gobernador de Yucatán), muy joven partió a la Ciudad de México e ingresó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Fue ahí donde modeló su ímpetu a favor de la ciencia y la República. Su gusto por la literatura lo llevó a incorporarse a las tertulias en la casa de Manuel Payno, donde conoció a Altamirano, además de auto- res como Guillermo Prieto, Luis González Obregón, Ignacio Ramírez y Vicente Riva Palacio. A pesar de su talento como escritor, su verdade- ra vocación fueron el servicio público, la docencia y la política. Desde el periodismo comenzó a plantear sus ideas en torno a la educación. Tras recibirse como abogado, creó un bufete e hizo carrera en los tribunales, al tiempo que impartía clases. En 1878 fundó el diario La Libertad . El positivismo, tendencia filosófica en boga en ese momento y que buscaba la validez del cono - cimiento con base en la experiencia empírica y en la observación de los hechos, encontró eco entre sus páginas. Más tarde fue diputado por Sinaloa.
Propuso dar carácter obligatorio a la ins- trucción primaria y presentó una inicia- tiva para erigir la entonces Rotonda de los Hombres Ilustres. No obstante, su iniciativa más arriesgada fue la crea- ción de una universidad nacional, que incluía las Escuelas Nacionales Preparatoria y de Altos Estudios. Expuso la necesidad de que debía apoyarse en la realidad del país y tener autonomía científica. Tras haber sido magistrado y ministro de la Suprema Corte de Justicia, se convirtió en subse- cretario de Instrucción Pública, a pesar de
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