de enseñanza en el estado. En ese cargo echó a andar la Reforma Escolar Coli- mense, por la que fue reconocido. Fue un intelectual de época: político, profesor, pedagogo, historiador y escritor, y le dio un fuerte impulso a la educación primaria en México, al desestimar la memorización y proponer el es- tudio de una historia-cuento acor- de con la edad de los niños. Él quería que el español fuera la lengua nacional de México y era partidario de la homogeneización, en detrimento de la riqueza lingüís- tica y cultural, por lo que tuvo una fuerte rivalidad con el profesor oa- xaqueño Abraham Castellanos, de- fensor del plurilingüismo mexicano.
A pesar de su postura a todas luces errónea, Torres Quintero pasó a la historia por haber conseguido que en 1894 el Poder Ejecutivo pro- mulgara una ley que establecía una instrucción pública laica, gratuita y obligatoria. A la muerte de Rébsamen, Torres Quintero se ocupó del estudio y la dictaminación de los textos escolares y los programas de estudio. De ello sí que sabía, y pugnaba por que la enseñanza fuera objetiva o in- tuitiva, amena e interesante para los niños. Vanguardista, colaboró con Justo Sierra y José Vasconcelos, y siempre buscó que los métodos y las tecnologías aplicadas a la educación fueran los más modernos. Como pedagogo, fue implacable su crítica hacia los libros de texto como sus- titutos de la figura del maestro. Para él, el docente era fundamental en la tarea educativa.
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