sus aspectos, desde los jardines de párvulos y otros niveles, como se- cundarias, preparatorias, especia- les y técnicas, hasta universidades, academias e institutos. Señala que esta reformulación de los sistemas educativos debe considerar también la depuración de los libros de texto y me- canismos de intercambio entre los países latinoamericanos, como asambleas aca- démicas continentales. De este modo se extenderían a todos –niños, jóvenes y adultos– los valores de la ciencia, la educación y la razón, y se podría integrar una gran patria latinoameri- cana, respetuosa de las tradiciones y culturas de cada región. Reyes reconocía, sin embargo, que un plan de educación de tal magnitud no podía ser lineal, “sino arborescente, múltiple y vario, cam - biante y movedizo. Abierto a todas las sugestiones útiles que se propon - gan y se inventen”. En 1944, Alfonso Reyes redacta la Cartilla moral , en la que se sin- tetiza su visión sobre los fines de la educación. Encargada por el enton - ces secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, se emplearía para iniciar una campaña nacional de alfabetización. La publicación de esta obra tuvo que esperar más de medio siglo para ser difundida de manera masiva. Para Reyes era fundamental que durante el proceso de formación en la escuela cada individuo conociera su pasado, lo asumiera como suyo y fuera capaz de ligarlo a los aportes de la modernidad, y que fundara su visión del presente y del futuro en una utopía basada en sus raíces, su cultura y los caminos que su inteligencia le fuera dado vislumbrar.
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