Juan de Dios Bátiz (1890-1979)
El Politécnico fue mi ilusión y su presencia ha sido mi compañera en esta vida que ha de terminarse tranquila y en paz. A demás de impulsar la educación técnica y ser fundador del Institu- to Politécnico Nacional, regidor del Ayuntamiento de Culiacán, diputado local, diputado federal, gobernador de Sinaloa y senador de la República, Juan de Dios Bátiz jineteó caimanes en su ju- ventud o, al menos, lo intentó. Él mis- mo contaba que en los años posteriores a
la Revolución, lo invitaron a la cacería del caimán en la laguna de Chiricahueto. Al llegar a un nido de reptiles, el general que comandaba al grupo convocó a los invitados a disparar a las bestias. Tras haber baleado a uno de los caimanes, Bátiz se subió a su lomo pensando que había muerto, pero el animal abrió el hocico y dio algunos coletazos antes de que otro de los invitados le disparara nuevamente. La biografía de Juan de Dios Bátiz no estuvo exenta de peligros. Oriundo de un poblado de Sinaloa llamado Sataya, que en náhuatl sig- nifica ‘lugar donde marca el lindero’, su familia se trasladó muy pronto en busca de mejores oportunidades, primero a San José de Gracia y luego, tras la muerte del padre, a Culiacán. Bátiz estudió en la entonces Escuela Oficial Normalista de Culiacán y después ingresó al Colegio Civil Rosales, hoy Universidad Autónoma de Sinaloa. Ahí conoció a quien después sería su gran amigo y socio, Rafael Buelna.
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