acelerar las desigualdades existentes dentro de los países europeos, no solo entre los trabaja - dores mejor educados y menos educados, sino también entre los jóvenes. En cualquier caso, el potencial crecimiento neto del empleo será más positivo para los trabajado - res con educación superior, y más negativo para las personas con educación secundaria y menor. Según McKinsey (2020), esto también es válido para el impacto de la pandemia de Covid-19. Por lo tanto, es probable que las economías locales con poblaciones con mayor nivel de formación mantengan un mayor crecimiento que aquellas con niveles de logro educativo más bajos de media. De cualquier modo, si bien la adopción de la automatización crecerá en la próxima década, una fuerza laboral cada vez más reducida en el continente significa que, para 2030, encontrar suficientes trabajadores con las habilidades ne - cesarias para cubrir los trabajos que predominen en Europa en ese entonces puede llegar a ser un desafío. Es altamente probable que, en varios sectores de la economía, las empresas no puedan volver a operar con normalidad durante mucho tiempo. Además, los cambios acaecidos en la estructura de la demanda parecen ser profundos y en los próximos meses se producirá la desaparición de empresas insolventes. Una vez que la economía se recupere, en una además creciente ola de automatización, Europa puede tener escasez de trabajadores cualifica - dos. Una razón clave es la disminución de la oferta de trabajo: la población en edad de trabajar en Europa probablemente disminuirá en 13,5 mi- llones (o 4%) debido al envejecimiento para 2030, según McKinsey (2020). Asimismo, la tendencia de semanas de trabajo más cortas podría reducir la oferta de trabajo en un 2% adicional.
DEFICIENCIAS FORMATIVAS EN LA POBLACIÓN Y AUMENTO DE LA DESIGUALDAD
A consecuencia de la crisis de la Covid-19, el largo cierre sin precedentes de las escuelas, que no se había producido ni en tiempos de guerra ni a consecuencia de desastres naturales, puede tener efectos negativos notables sobre varias generaciones. Según Núñez et al. (2020), entre otros, el previsible aumento del fracaso escolar tendría elevados costes individuales –una pobla - ción menos preparada tiene más dificultades de integración en el mercado laboral y menor nivel salarial a lo largo de su vida—, y agregados para el país –aumento de la tasa de paro, del nivel de conflictividad social, baja productividad laboral, etc. Además, la suspensión de la escuela podría también contribuir a un aumento de la desigual- dad, ya que los efectos del cierre temporal no afectarán a toda la población por igual. Serían particularmente graves entre los niños de las familias en riesgo de exclusión, de familias inmi- grantes, de baja renta o nivel de estudios, o en situación de precariedad laboral que están sujetos a una mayor presión social y emocional, como consecuencia de la que sufren sus familias, de la necesidad de contribuir a la economía familiar mediante el cuidado de hermanos o de su partici- pación directa en actividades retribuidas. El informe Covid-19 y educación II: escuela en casa y desigualdad, de la Fundación Cotec, muestra cómo de preparado está el sistema educativo español para hacer frente al cierre de los centros, analizando para ello las tres brechas digitales de aprendizaje: la brecha de acceso (disponibilidad de ordenadores, acceso a internet y espacio para estudiar en los hogares), la brecha de uso (tiempo de uso en diversos dispositivos) y la brecha escolar (equipamiento y preparación de escuelas y docentes). Según se ha podido obser- var, la situación socioeconómica de los hogares influye más en la desigualdad educativa que la comunidad autónoma de residencia, y los centros públicos parten con desventaja para la educación en línea respecto a los privados y los concertados.
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