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paciente establecen un pacto que obliga a cada participante a proteger el tercero –que es el propio procedimiento analítico (Grotstein, 2011, p. 59). Recientemente, Tabakin (2016) ha hecho una distinción entre los términos de “marco” y “encuadre”. Este autor sugiere que la conceptualización del “marco” connota una estructura, mientras que el “encuadre” comprende una relación. La idea del “marco como estructura” sirve para calibrar e interpretar la actuación contra la estructura misma. El encuadre, a diferencia del marco, abarca la atmósfera que crea el efecto transformador del tratamiento. El encuadre narra el espacio compartido entre el analista y el analizado, y se convierte en un proceso dinámico de desarrollo entre los dos participantes. El concepto de encuadre/marco evoluciona de forma independiente para los analistas franceses de Quebec, ya que éstos se encuentran en la confluencia de tres culturas psicoanalíticas: tienen una afinidad natural por el análisis francés continental, pero también les influencian las tres escuelas de pensamiento de Gran Bretaña y son conscientes de los principales avances que modifican el paisaje psicoanalítico en América. Con respecto al encuadre, la elección identificadora de la comunidad analítica francesa de Quebec es clara: mediante un distanciamiento deliberado del modelo médico y de la versión del marco de Eitingon, se han opuesto a las presiones “canónicas” que llegaron a causar divisiones entre muchos analistas estadounidenses. En contraste con la necesidad de una asertividad iconoclasta, que ha tendido a caracterizar importantes segmentos de la teorización norteamericana, el legado de Lacan promueve la libertad mental que se experimenta en el debate profundo y en el desarrollo de la obra freudiana. Ejemplos posteriores son los dos trabajos de André Green sobre la función del marco como un “tercero” y como soporte para el funcionamiento mental del paciente en su facultad de formar un “objeto analítico” compartido (1975) y la introducción de la noción de transferencia “hueca” de Jean Laplanche (1997, p. 662), movilizada por la relativa inactividad del analista, que reactiva la posibilidad de resolver los enigmas de la infancia. Scarfone (2010) también ha reflexionado profundamente sobre la calidad de escucha del analista en su noción de “pasividad”. Otra corriente importante de la evolución del psicoanálisis francés que ha influenciado a los analistas de Quebec, ha sido la exploración de elementos no- clásicos del encuadre como sustento para la representación psíquica y la subjetivación, especialmente en los registros infra-neuróticos: Françoise Dolto (1982, 1985) utilizó pagos simbólicos en el análisis de niños; Cahn (2002), Roussillon (2013), Donnet (1995) y otros desarrollaron la función metapsicológica de la percepción visual del analista en el trabajo analítico cara a cara. Se han conseguido otros elementos innovadores del “marco” gracias al ejercicio de las clínicas psicoanalíticas de Francia y Quebec, especialmente en los puntos de vista triples del proceso de evaluación (Kestemberg, 2012; Donnet & de M’Uzan, 2012); Lasvergnas, 2012; Reid, 2014), el pago de terceros (Kestemberg, 1985, 1986), y las intervenciones
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