Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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interpretaciones “correctas”, sino que también tiene que crear una relación con sus pacientes dentro de la cual pueda desarrollarse un proceso analítico. Aron (2001) señala que en el análisis la interacción es asimétrica. Un ejemplo de asimetría es que mientras ambos participantes pueden fallar en el intento de mantener el encuadre/marco, es responsabilidad del analista restaurar el marco mediante el análisis. Esto es un asunto ético y metapsicológico, que concierne el deber y la función del analista. La neutralidad y la abstinencia son también la base de la dimensión ética de la actitud del analista hacia sus pacientes y su trabajo. Sin una auténtica internalización de estas facultades, las necesidades narcisistas del analista pueden conducir a la explotación de la vulnerabilidad del paciente. El estudio de las brechas éticas (Gabbard y Celenza, 2003) ha llamado la atención sobre la importancia y el significado de la abstinencia analítica y la incesante necesidad del analista de controlar su contratransferencia. Aunque el encuadre interno normalmente hace referencia al analista, no hay motivo para no considerarlo también en relación con el paciente . La especificidad de la situación analítica radica en la disposición del paciente a expresar libremente sus afectos inconscientes, conflictos y fantasías y la habilidad del analista para captarlos. Para poder expresar sus fantasías inconscientes, el paciente requerirá un estado de ánimo particular que no es fácil de lograr. Sólo de esta manera podrá aceptar el compromiso de la libre asociación. Según Freud esta regla es fundamental, los pacientes deben “abstenerse de hacer cualquier reflexión consciente y dejarse llevar, en un estado de concentración silenciosa, por las ideas que se le ocurren de forma espontánea (involuntariamente) […] incluso si éstas son desagradables, demasiado insensatas, demasiado insignificantes o irrelevantes” (Freud, 1924. SE: 19. p. 195). Por otro lado, un gran número de analistas han explorado y desarrollado sus ideas sobre la “actitud analítica” partiendo del concepto de ambiente facilitador y sostenedor de Winnicott (Winnicott, 1965; Klauber, 1981; Bollas, 1987; Parsons, 2014). Según este concepto el analista debe tolerar “ser usado” por el paciente como un objeto. Esto ha ampliado el horizonte en el campo del proceso analítico, incluyendo la transferencia y contratransferencia y la respuesta afectiva del analista (King, 1978). J. Sandler (1976) describió el concepto de “responsividad de rol” del analista, como la facultad del analista de identificarse inconscientemente con un objeto interno perteneciente al paciente y participar en una representación de éste en la sesión. El analista se hace consciente de lo que ha ocurrido sólo posteriormente y entonces puede formular una interpretación sobre el significado fantasioso. Este tipo de representación puede envolver el cuerpo del analista, en términos de comportamiento o de una respuesta corporal particular. En el psicoanálisis italiano (por ejemplo, Bolognini, Bonaminio, Chianese, Civitarese, Ferro), siguiendo el trabajo de Winnicott y Bion, se ha reflexionado sobre varios elementos de la actitud analítica del analista, llegando a una mayor comprensión de los conceptos de contratransferencia y construcción, y centrándose en la “persona del analista”, incluyendo el cuerpo del analista. Bolognini ha explorado el tema de la empatía psicoanalítica (2004), que surge en momentos de profundo contacto emocional

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