Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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destrucción, y/o la incapacidad de mentalizar el temor primitivo y doloroso) pueden dar lugar a que el bebé no sólo reintroyecte sus propios miedos no modificados, sino también los miedos de su madre. Peor aún, si la función alfa no sólo se ausenta, sino que en realidad se encuentra invertida, en el caso de un objeto que “despiensa”, malinterpreta o elabora mentiras y alucinaciones al servicio de la evasión (Meltzer, 1975), las proyecciones del bebé pueden perder el poco significado que puedan tener y ser devueltas como temores sin nombre (Bion). Finalmente, las madres que temen la separación o la pérdida de una parte de sí mismas en la identificación con su bebé puede que no sean capaces de devolver lo proyectado. Winnicott (1971, p. 114) describe esto como el fracaso en el “reflejo” de una madre deprimida. Mitrani (1993) propone que, en algunos casos, puede prevalecer una depresión de agujero negro en la madre. La “falta de vida” de esta madre puede absorber toda la vitalidad del bebé, absorbiendo o tragando la dinámica del bebé a través de proyecciones dolorosas, sin eco; de retroceso o reflexión, que dejan al bebé con una experiencia de agotamiento y vacío. Observa que esta experiencia, de lo que ella llama una madre absorbente, podría resultar en una disminución de la identificación proyectiva normal como medio de comunicación con la madre en un intento, por parte del bebé, de preservar su sí mismo naciente. Adicionalmente, las madres pueden reflejar de vuelta sobre su bebé elementos más aterradores e impensables que los proyectados originalmente, lo que da como resultado que el bebé pierda la habilidad de utilizar una madre contenedora adecuada. En este caso, se restringen las actividades proyectivas e introyectivas normales y se trunca el desarrollo de un aparato para la mentación. En todos los casos mencionados, los objetos obstinados, absorbentes e irreflexivos involucrados en una experiencia contenedora deficiente pueden conducir a proyecciones masivas inmodificables, a una búsqueda insaciable de un santuario materno o a la inhibición o atrofia de las funciones proyectivas e introyectivas. Como consecuencia, es posible que no se desarrolle una mente para pensar, o incluso los propios pensamientos. Donnel B. Stern , un analista interpersonal especialmente influenciado por el trabajo de Sullivan y Levenson, señala que la interacción analítica implica un intercambio constante de aspectos conscientes e inconscientes del analista y el paciente. En este proceso, las identificaciones proyectivas están integradas en la interacción y el proceso es bidireccional y fluido. En su modelo, los papeles del paciente y el analista son recíprocos. Stern estudia la díada analítica desde el punto de vista de “la interpersonalización de la disociación”, redescribiendo la identificación proyectiva como una forma de “ enactment disociativo” que puede describirse como “la atribución de las partes disociadas de uno al otro, a quien uno entonces trata como parte ajena, disociada de uno mismo” (Stern, 2011). El trabajo de Philip Bromberg (Bromberg, 1998, 2006, 2011) se centra en el encuadre analítico, el cual entiende como un campo complejo de proyecciones e

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