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a unirse a través de un compromiso (formación); los segundos, a veces llamados conflictos de “esto-o-aquello”, se refieren a conflictos donde las negociaciones son escasas y, a pesar del duelo, se tiene que escoger un solo lado de la disputa. Una amplia gama de orientaciones psicoanalíticas en todo el mundo, con sus divergencias y coincidencias, otorgan distintos grados de importancia al conflicto. A un extremo de este espectro se encuentran las orientaciones contemporáneas freudianas y kleinianas, que siguen situando el conflicto en el centro de sus formulaciones sobre el desarrollo y funcionamiento psíquico. Al otro extremo se encuentran las perspectivas de la psicología del self (sí mismo) de Kohut, una teoría del desarrollo basada en déficits y en la construcción de la estructura psíquica que presenta un paradigma muy distinto, ya que sólo incluye una breve mención al conflicto entre padre e hijo sobre sus respectivas necesidades de objeto, relegando la noción de conflicto a un segundo plano. Cómo pensar el conflicto es uno de los factores que definen tanto el desarrollo teórico de Freud como el de las teorías psicoanalíticas después de Freud.
II. ETAPAS DEL DESARROLLO TEÓRICO: FREUD
El seguimiento de las variaciones en la conceptualización del conflicto de Freud, define los distintos períodos de su teoría. Es sintomático que tres psicopatologías distintas intenten organizar sus conflictos de tres formas distintas. Los histéricos convierten la lucha entre la sexualidad y la sociedad en síntomas físicos, cosa que desencadena una lucha entre la mente y el cuerpo. Los individuos obsesivos desplazan la lucha entre una idea y su afecto hacia una obsesión aparentemente inconsciente. Los pacientes paranoides proyectan sus experiencias incompatibles en el mundo exterior, creando un conflicto entre el mundo interno y el externo. Estas formas de resolver inadecuadamente los conflictos psíquicos se fueron estructurando en etapas del desarrollo teórico. II A. El trauma y el período catártico pre-analítico (1893–1899) Durante este período, Freud habla de los conflictos entre los afectos asociados a eventos traumáticos y las prohibiciones morales de la sociedad. Ello le ayuda a designar el conflicto interno, externo e interpersonal, donde se encuentra implícita la noción de fuerzas internas opuestas (Freud, 1893–1895). En 1899, al comparar los sueños con los síntomas histéricos, Freud recuerda su idea del conflicto de 1894: “En efecto, no sólo el sueño es una realización de deseo, sino que también lo es el ataque histérico. […] ya hace mucho que reconocí la realización del deseo en el delirio agudo. Realidad – realización del deseo: de esta antítesis surge nuestra vida psíquica” (Freud,
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