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“identificación adhesiva” (más tarde denominada “identidad adhesiva”) y diferenciaron esta operación defensiva más primitiva de la identificación proyectiva. Esther Bick (1968, 1986) propuso un tipo elemental de identificación narcisista que, en el desarrollo, precede a la que Klein propuso implícitamente en su teoría de la identificación proyectiva. Ella planteó la hipótesis de que los bebés muy pequeños pueden experimentar una ausencia de los límites encargados de mantener los contenidos mentales y emocionales en un solo lugar, puesto que todavía no los pueden distinguir o diferenciar por completo de los contenidos corporales. Bick propuso la noción de una “piel psíquica”, que idealmente sirve para reunir pasivamente las experiencias o partes del sí mismo naciente. Esta “piel psíquica” se desarrolla a través de experiencias de interacción continua entre una madre que “sostiene” física y emocionalmente y que “contiene” mentalmente, y la superficie del cuerpo del bebé como un órgano sensorial . Esta es la noción a la que alude Freud (1923) cuando sugiere que “el yo es sobre todo una esencia-cuerpo; no es solo esencia-superficie, sino él mismo la proyección de una superficie” (p. 26). Bick (1968) elaboró además la hipótesis de que “más tarde, la identificación con esta función [piel psíquica] del objeto reemplaza el estado no integrado y da lugar a la fantasía de espacios internos y externos” (p. 484). Ella divulgó la idea de que esta fantasía del espacio es el punto de partida para la escisión y la proyección adaptativas normales y necesarias para los procesos de idealización y separación descritos por Klein. Sin embargo, Bick advirtió que “…hasta el momento en que las funciones de contención han sido introyectadas, no puede lograrse el concepto de un espacio dentro del sí mismo … [y] la construcción de un objeto [continente interno] … [se verá] menoscabada … Un desarrollo imperfecto de esta primera función de la piel puede resultar tanto de defectos en la adecuación del objeto real como de ataques fantaseados, que perjudiquen la introyección. Las perturbaciones de esta función primordial pueden llevar al desarrollo de una ‘segunda piel’, formación a través de la cual la dependencia del objeto es reemplazada por una pseudo-dependencia, mediante el uso inapropiado de ciertas funciones mentales, o tal vez talentos innatos, con el fin de crear un sustituto para esta función de la piel como continente.” (p.484) El trabajo de Donald Meltzer con las teorías de Bion lo condujo a proponer una clasificación de la patología de la identificación proyectiva , según si los trastornos se encuentran principalmente en el campo de la proyección o en el de la identificación (Meltzer, 1986). La patología de la proyección tiene que ver con la manera en que se fantasea el mundo interior del objeto; aquí estamos en el terreno de las fobias, especialmente la agorafobia y la claustrofobia. Fantasías sobre la naturaleza y calidad de la atmósfera que podrían prevalecer dentro del objeto también se encuentran en algunos estados de confusión psicótica, especialmente los que se observan durante la adolescencia. Meltzer
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