Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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para el desarrollo psíquico. Concebido como foco principal de una disciplina destinada a desenterrar y resolver conflictos inconscientes, con el paso del tiempo, el concepto fue asimilándose hasta quedar implícito en la perspectiva psicoanalítica y no requerir ninguna nueva definición. La profundización de la investigación del mundo psíquico y el posterior desarrollo de nuevas formas de entender la vida mental inconsciente, ha causado una disminución de la importancia del conflicto en la dinámica psíquica: aunque el conflicto todavía se concibe como la principal preocupación del psicoanálisis, el foco de atención se ha desplazado a otros temas que contemplan diversos modelos teóricos y clínicos. Después del importante cambio en la comprensión del conflicto debido a la introducción de Hartmann de la idea de los aparatos del yo libre de conflicto (Hartmann, 1939), hacia mediados del siglo XX el estudio de la teoría y la técnica psicoanalítica fue más allá de la teoría del conflicto. Lo que más influyó su papel en la comprensión de la psicopatología y la realización de un tratamiento analítico, fue el estudio de las etapas preconflictivas del desarrollo y los factores relacionales que provocan el cambio. Sin embargo, este cambio de orientación no ha afectado a todas las escuelas psicoanalíticas de la misma manera. Si asumimos, de forma un tanto esquemática y simplificada, que muchos modelos teóricos y clínicos psicoanalíticos se han desarrollado en torno a cuatro cuestiones principales (la pulsión, el yo, el yo mismo y las relaciones objetales), podemos hacernos una idea del papel desempeñado por el conflicto en cada una de ellas. Desde el punto de vista de la pulsión, el individuo se entiende en función de las vicisitudes de sus impulsos, que toman forma de deseos encarnados en acciones y fantasías conscientes e inconscientes, a menudo experimentados como inaceptables y peligrosos. Por tanto, se considera que la vida psíquica se organiza en torno al conflicto y su resolución y se expresa mediante la ansiedad, la culpa, la vergüenza, la inhibición, la formación de síntomas y otros rasgos de carácter patológico. En este caso, el foco se centra en el deseo y el impulso, y en la defensa contra ellos. Desde el punto de vista del yo, el individuo es entendido en función de sus capacidades de adaptación, su prueba de realidad y sus defensas. Desde el punto de vista del desarrollo, las capacidades de adaptación, la prueba de realidad y las defensas evolucionan con el tiempo gracias a la dinámica del conflicto pulsional. Desde el punto de vista de la experiencia de uno mismo, el individuo se entiende en función de un estado subjetivo continuado, especialmente en cuanto a las cuestiones de límites, diferenciación de uno mismo del otro, sentido de la separación, autoestima, grado de integridad / fragmentación y continuidad / discontinuidad. El conflicto, en este caso, no es tan importante para la organización de la estructura psíquica. Desde el punto de vista de las relaciones de objeto, el individuo se entiende en función de sus imágenes internas basadas en experiencias de la infancia, es decir, en función de los objetos que entran en juego en cada nueva experiencia. El conflicto, para estos enfoques, abarca el mundo intrapsíquico, interpsíquico e interpersonal del sujeto.

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