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Desde que las relaciones de objeto pasaron a ser el centro de atención, hubo quienes dedicaron sus esfuerzos a integrar la psicología del yo a las teorías de las relaciones objetales. Esta integración tuvo implicaciones teóricas y técnicas. Una de las más influyentes fue la del norteamericano Otto Kernberg. Su síntesis, que se ha ido elaborando durante los últimos 30 años, es especialmente aplicable al desarrollo pre- edípico y las patologías de personalidad límite de “alcance más amplio”, donde los conflictos intrapsíquicos inconscientes no son simplemente conflictos entre el impulso y la defensa. En sus escritos, Kernberg (1983; 2015) explica que los conflictos pre- edípicos se producen entre dos unidades opuestas o conjuntos de relaciones de objeto internalizados (con todo lo bueno y todo lo malo). Cada una de estas unidades consta de representaciones del yo mismo y el objeto impactadas por un derivado de la pulsión, y su manifestación clínica es una disposición de afecto. Tanto el impulso como la defensa hallan su expresión a través de una relación de objeto internalizada e imbuida afectivamente. Haciendo referencia a Fairbairn (1954), Klein (1952), Jacobson (1964) y Mahler (Mahler, Pine and Bergman, 1975), Kernberg postula la internalización de las relaciones significativas entre el yo y los demás como bloques constructivos en forma de unidades diádicas del yo y representaciones de objeto unidos por el afecto en que se experimentan. Estos bloques constituyen la infraestructura básica de la mente. La consolidación e integración gradual de estas unidades diádicas en estructuras más complejas y superiores conducen al desarrollo de la estructura tripartita del yo, superyó y ello. Las díadas representativas e internalizadas del yo mismo / objeto se conciben como parte integral de los estados afectivos extremos, tanto los positivos como los negativos, y determinan, respectivamente, “todo lo bueno” y “todo lo malo”, las estructuras mentales “idealizadas” y las “persecutorias”. La teoría psicoanalítica de las relaciones objetales dentro de la teoría estructural implica dos niveles básicos del desarrollo. En el primer nivel se construye una estructura psíquica dual bajo el dominio de estados afectivos extremos. Por un lado, se trata de una estructura psíquica constituida por auto-representaciones idealizadas que se relacionan con un otro idealizado (infante o madre) bajo el dominio de fuertes estados afectivos filiales; por otro lado, se desarrolla un conjunto diádico y opuesto de relaciones bajo el dominio de afectos negativos, aversivos y dolorosos, constituidos por una representación frustrante o agresiva del otro en relación con una autorrepresentación frustrada, enfurecida o dolorosa (Kernberg, 2004). Este concepto de internalización de las relaciones objetales totalmente buenas, por un lado, y las totalmente malas, por otro, conduce a una estructura intrapsíquica caracterizada por mecanismos primitivos de disociación o “escisión”. Estos desarrollos tempranos bajo condiciones afectivas extremas contrastan con el desarrollo temprano en condiciones afectivas relativamente mínimas, controlados por las funciones cognitivas disponibles, es decir, los impulsos instintivos (sistemas de “búsqueda”) para aprender de la realidad y conseguir una comprensión temprana de la realidad animada e inanimada. En estas circunstancias, todavía no existe
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