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La visión de los Barangers, sin embargo, se distancia de una posición subjetivista o interpretativa extrema, centrada en el punto de vista del analista como creador de la interpretación. Según estos autores, “el estudio sistemático de lo que sucede en la situación analítica bipersonal es el único camino de acceso a un ideal de validación del conocimiento que es verdaderamente específico para el psicoanálisis. Este ideal concebible se lleva a cabo (sin formularse) en varios ensayos que proporcionan una descripción minuciosa de la situación analítica con interpretaciones y cambios que se dan en franjas temporales limitadas.” (W. Baranger 1959, p.81). También afirman que, dado que la observación de los analistas implica tanto la observación del paciente como una autoobservación correlativa, solo se puede definir como la observación del campo (M. y W. Baranger 2008). Más tarde, cuando desarrollan la noción de bastión , sugieren que los analistas pueden establecer una “segunda mirada” sobre la totalidad del campo analítico, especialmente sobre los obstáculos del proceso, que son planteados tanto por el paciente como por el analista. En sus propias palabras, “esto nos ha llevado a proponer la introducción de varios términos: ‘campo’, ‘bastión’, ‘segunda mirada’. Cuando el proceso tropieza o se detiene, el analista solo puede cuestionarse a sí mismo sobre el obstáculo, englobándose a sí mismo y a su analizado, al Edipo y la Esfinge, en una segunda mirada, en una visión total: esto es el campo” (M. Baranger, W. Baranger y J. Mom 1983, p.1). III. Dc. La perspectiva relacional en América Latina, especialmente en Argentina Álvarez de Toledo (1954) declara, en un lenguaje parecido al de Pichon, que, durante el análisis, la asociación y la interpretación implican una relación entre actos, imágenes y objetos que se actualiza en el acto de hablar y escuchar al analista. El acto, la sensación, la imagen, el cuerpo y la mente recuperan su unidad cuando los pacientes pueden integrar las primeras experiencias orales con sus sensaciones, sentimientos e imágenes correspondientes. David Liberman (1963, 1970, 1976, 1982) también estudió con Pichon-Rivière y desarrolló sus ideas basadas en la teoría de la comunicación. Este autor entiende la enfermedad como una alteración del proceso de aprendizaje y comunicación que conduce a un déficit de adaptación de los sujetos a la realidad. Sus lecturas de Roman Jakobson, Jürgen Ruesch y Gregory Bateson, sumadas a su conocimiento de la teoría kleiniana, le permitieron categorizar la prevalencia de distintos estilos de comunicación en distintos tipos de pacientes. Liberman utiliza instrumentos semióticos y lingüísticos para estudiar las sesiones analíticas. Él cree que el psicoanálisis es una ciencia con una base empírica que puede ser examinada a) durante la sesión, conducida por el terapeuta sobre el paciente, y b) a través del paciente, el terapeuta o el vínculo. Liberman concebía
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