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de la constancia del sí mismo y del objeto facilita la formación de la identidad del yo. La estructuración interna resultante delimita el ello y genera un yo capaz de tener funciones sublimatorias que posibilitan la expresión adaptativa de las necesidades emocionales que atañen a la sexualidad, la dependencia, la autonomía y la autoafirmación agresiva/asertiva. Las relaciones objetales internalizadas, que incluyen demandas y prohibiciones derivadas éticamente y transmitidas en las interacciones tempranas del bebé con su ambiente psicosocial, se integran en el superyó. Este nivel más integrado (neurótico, “normal”) de organización de la personalidad hace posible los conflictos intrapsíquicos intersistémicos entre las tres agencias: el ello, el yo y el superyó (conflictos de pulsión-defensa). En este caso, el modo predominante de defensa es la represión. La reciente elaboración integradora de la teoría de las relaciones objetales de Kernberg tiene muchas implicaciones para lidiar con las complejidades del desarrollo temprano y las consecuentes patologías del sí mismo. Plantea un “proto-self” homeostático que puede convertirse en un “núcleo del self” capaz de ubicarse en el espacio y el tiempo. Este concepto más maduro, continuo y estable del sí mismo, puede incluir la memoria autobiográfica, la anticipación, el “sí mismo lingüístico”, el “sí mismo mental” y el “sí mismo social” (Kernberg, 2015). En sus recientes esfuerzos por correlacionar la teoría psicoanalítica de las relaciones objetales con la neurociencia afectiva (2015), Kernberg confirma que las investigaciones actuales en materia de estructuras cerebrales, circuitos y neurotransmisores provenientes de la neurociencia afectiva del desarrollo (Gergely y Unoka 2011), respaldan las hipótesis psicoanalíticas de la internalización gradual de las representaciones por separado (objetos del sí mismo “buenos” y “malos”), con una integración plena solo posible en los niveles corticales superiores. En la exposición contemporánea de Kernberg (2013, 1015), se diferencian dos fases en el proceso de mentalización: una fase temprana de mentalización, en la que se desarrolla la comprensión de un estado del afecto en términos de una relación inmediata con el objeto; y una posterior, relacionada con el pasado de la experiencia del sí mismo y el pasado de la experiencia de los otros, que contextualizan el presente inmediato a la luz del pasado (del sí mismo) especular. Arnold Modell Durante los últimos 50 años, Arnold Modell (1968, 1984, 1990, 1993, 2003, 2007) se esforzó por definir la naturaleza paradójica del sí mismo como un producto contingente evolutivo y un núcleo duradero. Esta búsqueda lo ha llevado de la teoría freudiana a las relaciones objetales de Winnicott y, finalmente, a la intersubjetividad y la neurociencia. Modell fue uno de los primeros analistas estadounidenses que quiso incorporar el pensamiento y el enfoque clínico de Winnicott sobre el nacimiento del sí mismo a
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