Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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(p. 7). Influenciado por Sullivan, Bromberg (1998, 2006, 2011) considera que las experiencias “no yo” son omnipresentes e inevitables y afirma que los procesos disociativos pueden ser una función saludable y adaptativa de la mente humana que cumple una función de autoprotección primaria similar a la represión de Freud o al autosistema de Sullivan. De manera que, para Bromberg, “el sí mismo” es, por definición, una colección de estados de “yo” y “no yo” negados. Como es inevitable cierto grado de disociación, Bromberg enfatiza que se trata del grado de disociación entre los estados del sí mismo lo que determina el nivel de psicopatología. Los casos más extremos de esta disociación constituyen experiencias psicóticas. La visión contemporánea del sí mismo de la teoría de campo relacional influencia la manera en que pensamos las interacciones. Para Bromberg y otros pensadores relaciones contemporáneos (como D. B. Stern y E. Levenson), una interacción entre dos sí mismos comporta un entretejido complejo y fluctuante de elementos consientes e inconscientes que afectan y se afectan entre sí. Para Bromberg, el tratamiento exitoso comporta el reconocimiento de estos estados disociados del sí a medida que se presentan en la relación analítica, de manera que el paciente pueda reorganizarlos. Bromberg (1998) considera que la salud es la capacidad de nuestros múltiples estados del sí mismo de accederse unos a otros, sin verse obstaculizados por procesos de disociación determinados por las defensas. Esta capacidad, que representa un ideal, es la capacidad de “posicionarse en los espacios” entre los estados del sí mismo o, como él lo expresa: “la capacidad de sentirse como uno mismo mientras que se es muchos” (p. 274). Stephen Mitchell (1991) también considera que el sí mismo es “múltiple y discontinuo” y consiste en una colección de estados del sí mismo similares a las relaciones objetales internalizadas. Sin embargo, también enfatiza que las personas tienen un sentido de un sí mismo privado con un límite claro entre los sí mismos y los demás. Explica esta aparente contradicción señalando que cada definición se refiere a un aspecto diferente del sí mismo. Para Mitchell, los “multiple selfs” (“sí mismos múltiples”) son el sí mismo en acción, es decir, “las múltiples configuraciones de la variedad del patrón del sí mismo dentro de diferentes contextos relacionales” (p. 139), mientras que el sí mismo privado y unitario es: “la experiencia subjetiva del patrón que se hace a sí mismo; una actividad que se experimenta en el tiempo y en los diferentes esquemas organizacionales [y] se reconoce como ‘mía, mi forma de procesar y dar forma a la experiencia’” (p. 139). Si bien los enfoques más tradicionales del sí mismo (como los de Freud, Klein y Winnicott) podría decirse que están organizados verticalmente, con las partes más defensivas y socialmente adaptadas en la superficie y las partes menos aceptables, a veces inconscientes, debajo, los teóricos relacionales/interpersonales contemporáneos prefieren un modelo horizontal. Como dice Donell Stern (2010): “La mente no es una organización vertical que va de lo consciente a lo inconsciente, sino una colección horizontalmente organizada de estados del sí mismo , cada uno en relación dinámica con los demás” (p. 139).

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