Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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que la pulsión de destino surge, si lo hace, de la experiencia de los bebés en la facilitación del sí mismo verdadero de la madre. En el transcurso de nuestra vida, nuestro idioma continúa articulándose mediante nuestra elección y uso de los objetos. En “Ser un personaje: Psicoanálisis y experiencia del sí mismo” (1992), Bollas elabora su imagen del idioma como una “inteligencia de la forma”, así como sus ideas del uso idiomático objetal, que empezó a elaborar en “Fuerzas de destino”. “El idioma”, escribe, “que da forma a cualquier carácter humano no es un contenido latente de significado, sino una estética en la personalidad” (pp. 64-65). Nuestro idioma es “nuestro misterio” (1992, p. 51). No puede conocerse o alcanzarse por medio de la introspección. Nunca nos encontraremos con el sí mismo verdadero, nunca sabremos qué es, ni el nuestro ni el del otro, pero podemos sentir sus derivados intuitivamente, igual que solo podemos sentir el inconsciente a través de sus derivados. Bollas considera que el idioma de la persona se articula a través de la elección y el uso de los objetos, tanto en el sentido transicional (donde la realidad interna y externa se encuentran y donde la cuestión de lo que viene del interior y del exterior se mantiene suspendida) como en el sentido “objetivo”, donde la persona encuentra la cualidad del objeto de ser fundamentalmente sí mismo, fuera de la esfera de los mecanismos proyectivos: lo que Bollas llama la integridad del objeto. Bollas escribe: “Si el idioma es el ello con el que nacemos y su placer es elaborarse a través de la elección de objetos, que es una inteligencia de la forma en lugar de una expresión del contenido interno, su trabajo colisiona con la estructura de los objetos que lo transforman, a través de los cuales obtiene sus contenidos internos. Esta colisión dialéctica entre la forma humana y la estructura del objeto es, en el mejor de los casos, una alegría de vivir, puesto que se nutre del encuentro” (Bollas, 1992, pp. 59-60). En muchos casos, Bollas discute el profundo “sentido de sí mismo”. En el capítulo “¿Qué es esta cosa llamada sí mismo?”, en “Cracking up: the Work of Unconscious Experience” (Bollas, 1995) lo llama “un sentido separado. Un sentido que es solo un potencial en cada persona, que nace con su capacidad sensorial y que desarrollará en mayor o menor medida” (ibid., p. 154). Este sentido del sí mismo puede bloquearse y frustrarse cuando, en la vida del individuo, ha habido muy pocas respuestas sensibles a sus expresiones idiomáticas, dejándolo con un sentimiento de vacío y falta de contacto con el interior. En el sentido del sí mismo, Bollas escribe: “Hay un sentimiento de ser, de que hay algo ahí, pero no algo que podamos tocar o saber, sino solo sentir, y es el fenómeno sentido más importante de nuestra vida” (ibid., 172).

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