Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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VI. D. El Sí mismo en el psicoanálisis infantil y adolescente Si bien muchas contribuciones de autores norteamericanos y europeos están explícita o implícitamente relacionadas con el desarrollo, en Europa, en particular, el psicoanálisis infantil y adolescente, basado en algunos aspectos de la investigación y las teorías de Margaret Mahler y Daniel Stern, se considera con frecuencia como algo especial, una categoría que proporciona una mayor elaboración de las teorías del sí mismo. Recíprocamente, la teoría y el trabajo clínico de los analistas de niños y adolescentes también estimula la evolución de este concepto. Esto conlleva una mayor presentación de estudios empíricos e investigaciones interdisciplinarias, que pueden ser relevantes para las conceptualizaciones clínicas aplicables a todas las categorías de edad. VI. Da. Antecedentes en los estudios infantiles de América del Norte y Europa Los estudios de René Spitz (1945, 1965, 1972) sobre la separación materna a largo plazo en bebés institucionalizados influyó mucho en la teoría de Mahler de la separación-individuación. Es importante destacar que también fue el primero en enfatizar la importancia vital del “sostén” afectivo del bebé por parte de los cuidadores, puesto que promueve una rica comunicación táctil, afectiva y no verbal entre los bebés y sus cuidadores. Esta tradición continuó con Mahler (Mahler, Pine, Bergman, 1975), dentro del marco de la psicología del yo y la teoría estructural; con la investigación infantil sobre la autorregulación y la regulación interactiva de Beebe (Beebe y Lachman 2002; Beebe 2004a, b) y con el grupo de estudio de los procesos de cambio de Boston (Stern, Sander, Nahum et al., 1998), dentro del marco de las teorías del sí mismo y relacionales. Influenciado por Bowlby (1969), en Inglaterra, Ainsworth (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978), en los Estados Unidos, elaboró una teoría contemporánea del apego, en que el apego se define como un vínculo afectivo entre el bebé y un cuidador (Blum, 2004) y como la correspondencia conductual de las relaciones objetales internalizadas bajo la influencia de la relación madre-bebé temprana (Diamond y Blatt, 2007). Estos estudios y otros comparables en el campo de la investigación infantil y el apego en Europa (D. N. Stern, 1985; Trevarthen, 2001; Fonagy, Gergely, Jurist y Target, 2002; Ammaniti y Trentini, 2009; Cortina y Liotti, 2010) defienden sistemáticamente el enfoque de la personalidad organizada en términos del “sí-mismo- con-otro”, en que la interacción entre dos sujetos es condición necesaria para el desarrollo psíquico, así como para la cura psicológica (ver también las entradas TEORÍAS DE LAS RELACIONES OBJETALES e INTERSUBJETIVIDAD). Los neurocientíficos del desarrollo han sugerido que puede haber un “otro virtual” en el cerebro cuyos contornos se llenan de experiencia (Bråten, 2011). Los

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