Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

Volver a la tabla de contenido

percepción, juicio la realidad, pensamiento y acceso a la función/dimensión psíquica de la voluntad, los mecanismos de defensa y el control de la angustia. El Sí mismo, por otro lado, proporciona el almacenamiento y la actualización de las representaciones físicas y psíquicas del sí mismo, la conciencia de los procesos de cambio, la elaboración del duelo vinculado a las separaciones, internas y externas, la formación del carácter, la autoconservación, el reequilibrio de las cargas narcisistas hacia las realidades objetales y la homeostasis del estado de ánimo. En la adolescencia, el sistema Yo-Sí- mismo está lidiando con las otras dos instancias constituyentes del aparato psíquico, el ello y el superyó, en un proceso transformativo complejo que conducirá a una reelaboración profunda de la representación que tiene el sujeto de su propia identidad, las relaciones objetales internas, la integración de sus instintos y la orientación de sus pulsiones. Novelletto atribuye al sí mismo una función observadora de otras instancias psíquicas que hace posible que individuo desarrolle la autorreflexión. Esto es importante para el investimento en algunos objetos que realizan una función similar a los objetos transicionales de la primera infancia, como los diarios personales: espacios privados superpuestos con espacios públicos. Estos diarios personales confirman la naciente intimidad del sí mismo, pero al mismo tiempo evidencian la necesidad del adolescente de prolongar la comunidad simbiótica con los padres. Otro tema central es la integración de los cambios físicos de la pubertad en la imagen corporal y la remodelación de la imagen del sí mismo. Existe una división particularmente evidente entre la parte del sí mismo que tiende a evolucionar y crecer, especialmente mediante la acción, y la que tiende a la regresión principalmente a través de la fantasía. Esta división dentro del sistema es inevitable. Otro tema es la reelaboración y la reconstitución del ideal del yo y el uso del grupo de compañeros como fuente de recarga narcisista y de identidad. Según Tommaso Senise (1980, 1985, 1986), el sí mismo representa un objeto del Yo: “El sí mismo es el yo experimentado como objeto por el sujeto Yo” (Senise 1980, p. 1), y la identidad personal deriva de la adquisición de un sentimiento de la imagen global y unitaria del sí mismo. Senise define los procesos de individuación – aquellos procesos endopsíquicos que facilitan la constitución subjetiva de la propia identidad– como una imagen de la persona en su totalidad. Los procesos de individuación hacen posible la constitución, la permanencia y la continuidad del sí mismo como entidad interior, incluso en su cambio continuo con respecto a su representación espaciotemporal en función de los desarrollos dialécticos de las relaciones del yo, tanto las intrasistémicas (yo, superyó, ello) como las “intersistémicas” (las relaciones con objetos externos, a diferencia del uso que hace Hartmann del término “intersistémico” para referirse al conflicto dentro del yo: ver la entrada CONFLICTO). La noción del sí mismo viene dada por nuestra experiencia concreta (sentimiento del sí mismo) y por las funciones yoicas. El sí mismo se constituye en función del yo y se desarrolla como un esquema continuo, una referencia permanente, como una imagen especular de las emociones y el pensamiento, agente del yo corporal y en relación con la realidad. Las modificaciones estructurales de la organización psíquica que conducen a una remodelación del yo y el superyó siguen

428

Made with FlippingBook - Online magazine maker