Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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contratransferencia (Busch 2013, 2015); el cuerpo femenino, la sexualidad y el desarrollo (Balsam 2012, 2013, 2015); el trauma (Blum 2003; Fernando 2009, 2012a), y la reformulación del funcionamiento yoico, basado en la idea de que el yo se encarga del procesamiento, integración y transformación de la psique y es responsable de nuestros “resultados finales” experienciales (Erlich 2003, 2013). --- Concebir la psicología del yo como una fase en la historia del psicoanálisis no solo confirma la naturaleza “de investigación en curso” del discurso analítico, sino que también nos descubre una gran variedad de aproximaciones desarrolladas a partir de las sucesivas generaciones de autores del mundo psicoanalítico. Aunque en 1926 se estableció que el conflicto tenía dos dimensiones, una de contenido defendido y otra de procesos de defensa, Freud se concentró más en el contenido defendido, mientras que Anna Freud (1936/1946) elevó al mismo nivel los procesos defensivos en la génesis del conflicto. Más tarde, Heinz Hartmann (1939/1958), Ernst Kris (1955), David Rapaport (1951, 1958), Rudolph Loewenstein (1963) y Erik Erikson (1950, 1956) ampliaron las funciones yoicas. El detallado estudio del ello (y del inconsciente dinámico) que Freud había realizado se complementó con un detallado estudio del yo. Se considera que Hartmann es uno de los arquitectos de la primera generación del modelo estructural/psicología posfreudiana “clásica” del yo, ya que se dedicó a sistematizar, revisar y ampliar muchas nociones de la psicología del yo. Sin embargo, además de Anna Freud, Kris, Rapaport y Erikson, muchos otros realizaron contribuciones importantes con impacto técnico y repercusión en la teoría posterior. Entre estos se incluyen Otto Fenichel, Wilhelm Reich, Theodor Reik, René Spitz, Edith Jacobson, Margaret Mahler, Paul Federn, Hermann Nunberg, Elizabeth Zetzel, Ralph Greenson, Leo Rangell, Robert Waelder, Joseph Sandler y Edoardo Weiss, que abrieron las puertas al pensamiento integrador y transicional de Hans Loewald, Otto Kernberg y Nancy Chodorow, así como a la psicología del yo contemporánea de Paul Gray, Fred Busch, Cecilio Paniagua y Joseph Fernando, y al pensamiento freudiano inclusivo de Harold Blum, Rosemary Balsam, Shmuel Erlich y otros. Hartmann, con su conceptualización de la esfera relativamente libre de conflictos y autonomía yoica, no pretendía indicar que el yo fuera independiente de otras agencias psíquicas, ni minimizar la importancia del conflicto psíquico. El yo siguió siendo visto como un aspecto superior de la mente, que se esfuerza por negociar un equilibrio entre todas las fuerzas (potencialmente antitéticas) que emanan de la mente humana e inciden en ella. Clínicamente, esto se tradujo en una nueva posición para el analista. Mediante una alianza con el yo del paciente, el analista debía mantenerse a una distancia equidistante de las tres agencias psíquicas y del mundo externo, y debía prestar más atención a la superficie psíquica y a los mecanismos y patrones de defensa (y

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