Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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reformulaciones, elaboraciones, transiciones e integraciones que han ido surgiendo a través de los intercambios que se han dado con otros modelos teóricos en y entre América del Norte, Europa y América Latina. También se incluyen varios ejemplos de otras contribuciones pertinentes, tanto establecidas como emergentes.

II. RECEPCIÓN DE LA PSICOLOGÍA DEL YO EN EL MUNDO

América del Norte es donde la psicología del yo ha tenido un mayor impacto, importada por los analistas europeos que huían de la Alemania nazi y del inminente Holocausto. Allí cayó en suelo fértil y fue elaborada hasta consolidarse y sistematizarse como teoría. La compleja recepción de la psicología del yo en Europa y América Latina estuvo condicionada por una serie de factores, uno de ellos las divergencias en las traducciones, pero también en las conceptualizaciones del yo, que reflejan distintos marcos de referencia (el yo de la teoría topográfica frente al del modelo estructural; la definición amplia de la psicología del yo frente a la limitada) y discursos (niveles de abstracción, teoría y técnica), además de las herencias socioculturales que proliferan en la cultura y geografía psicoanalíticas. A continuación, se describen algunas de estas recepciones y se aporta más información sobre los avances y las contribuciones específicas de América del Norte, Europa y América Latina. El “Ich” freudiano Para Freud, “das Ich” (traducido por Strachey como “the ego”, en lugar de “the I”) se refiere tanto a una agencia mental como a una experiencia subjetiva. Mientras que esta característica dual parece ser un elemento importante del “Ich” alemán, la traducción al inglés de Strachey, es decir, el cambio terminológico de “I” a “the ego” despertó la necesidad de establecer una distinción más clara entre las propiedades del “ego” (el “yo”, en español) –como estructura mental y agencia psíquica– y de las del sí mismo experiencial y fenomenológico. La progresiva separación conceptual entre el yo y el sí mismo, y el sí mismo y las autorrepresentaciones de Heinz Hartmann (1959), si bien resultó fundamental para las elaboraciones conceptuales, también complicó la conceptualización de las relaciones entre las funciones abstractas e impersonales del yo, por un lado, y la subjetividad, por otro lado. Esta tendencia desató una oposición rotunda entre los psicoanalistas franceses (Laplanche y Pontalis 1973, p. 131) y algunos psicólogos del yo y autores posfreudianos de América del Norte, que se esforzaron por mantener y

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