Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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IV A. Ángel Garma Para Ángel Garma , el principal conflicto es entre el yo y el superyó. Garma sigue la idea que defiende Freud en El yo y el ello , según la cual la severidad de la neurosis es proporcional a la severidad del superyó. Además, si el sueño es el modelo de constitución de todas las transacciones, una modificación en la concepción de su forma de producción tendrá repercusiones en el mecanismo de la teoría epigenética de la sintomatología. Garma reformula el modo de “conformación” de los sueños desde el punto de vista de la teoría estructural. En la situación de dormir, el yo retrocede y, a consecuencia de ello, se relaja la censura, lo que en la vida diurna mantenía los contenidos del ello inconscientes, ahora se puede expresar con menos inhibiciones. Esto da lugar a una situación que es equivalente al trauma: un yo con un déficit simbólico se enfrenta a contenidos altamente investidos (catexis) y angustiantes, como la escena primaria, la angustia de la castración, el parricidio, etc. Dadas estas circunstancias, el yo del soñante sólo puede encubrir dichos contenidos apelando a los mecanismos de defensa. Uno de los modos de deformación es la satisfacción de los deseos (1978, pp. 71-78). Todos los sueños acaban siendo, por lo tanto, una “pesadilla enmascarada” (en: Raskovsky de Salvarezza, 1974, p. 142). Previamente, Garma revisó y planteó una inversión de algunas conceptualizaciones de Freud sobre los sueños y los procesos alucinatorios, en relación con el trauma y la prueba de realidad (Garma, 1946, 1966, 1969). Concluyó: “Debe entenderse que el sujeto que padece una neurosis traumática alucina porque no puede rechazar o controlar mediante la inervación muscular o la contracatexis del yo los contenidos psicológicos relacionados con el trauma, es decir, los recuerdos internos del trauma, que surgen espontáneamente dentro de él en los días posteriores al trauma. Estos contenidos actúan muy intensamente dentro de él por algún tiempo y no pueden evitarse, lo que le produce alucinaciones en las que experimenta recuerdos intensos de lo que le ha sucedido, no como un mero recuerdo, sino como algo real y externo que le está sucediendo en ese preciso momento” (Garma, 1969, pp. 488-489). De esto se deriva que “los sueños son alucinaciones durante el dormir, causadas por el impacto traumático en el yo debilitado del durmiente de contenidos psíquicos reprimidos que el yo dormido, al ser incapaz de controlarlos, acepta como reales y enmascara para aliviar así las tensiones psíquicas dolorosas” (ibíd., p. 491). La teoría del sueño formulada de esta manera requirió la elaboración de una metapsicología del trauma también desde el punto de vista de la teoría estructural: “[…] la psique de los traumatizados se puede considerar dividida en varias instancias: una es la instancia parasitaria, creada por un trauma intenso que fuerza la repetición; otra es un yo mismo sumiso a esa instancia que repite lo que se le exige; otra es el yo sano que […] se defiende […] de la compulsión a la repetición e intenta controlar las fuerzas instintivas” (1978, p. 116). Más tarde, denomina superyó a esta “instancia parasitaria” (1978, p. 118). De esta manera, “las neurosis están condicionadas por un superyó nocivo, que refleja una realidad externa dañina, que somete al yo, forzándolo a

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