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enigmáticos del adulto, sin permitir una desligazón demasiado grande del estímulo. A partir de entonces, se emprende una batalla por la ligazón contra el otro interno: el inconsciente y sus derivados (Laplanche, 2004). Las conceptualizaciones de André Green (1975, 1998) de la “madre muerta”, el “trabajo de lo negativo”, el “objeto analítico”, la interconexión dinámica entre el objeto y la pulsión, lo intrapsíquico y lo intersubjetivo y la “cooperación antagónica” entre la representación y el afecto, están firmemente arraigadas a la noción del conflicto psíquico localizado o estado de conflicto generalizado. Green propuso agrupar los mecanismos de defensa de la represión, la escisión, la renegación y la forclusión (rechazo o negación) en su formulación del concepto del trabajo de lo negativo , porque los entiende como elaboraciones de la represión prototípica. Desde su punto de vista, todos implican un juicio y una aceptación o un rechazo: una pregunta cuya respuesta es sí y/o no. Esta pregunta puede basarse en diferentes contextos y tratar con diversos materiales (impulsos instintivos, afectos, representaciones, percepciones, palabras, etc.). Entre los diversos mecanismos de defensa, este grupo es diferente de los otros porque sus componentes implican esta elección básica de aceptación o rechazo en la conciencia de los derivados que están arraigados al inconsciente o al ello. Cuando escribe sobre los pacientes psicóticos con personalidad límite, Green señala dos mecanismos que conducen a la ceguera psíquica : la exclusión somática, donde la regresión disocia el conflicto de la esfera psíquica del soma, y la expulsión (del conflicto) a través de la acción, su contraparte psicomotora. Además, la escisión y la decatexis presentan el dilema del delirio o la muerte (del proceso psíquico) de los pacientes límite. De hecho, se requiere más atención sobre las sutilezas de la comunicación y un equilibrio óptimo entre la presencia no intrusiva y la ausencia, por parte del analista, que permita la aparición de posibles procesos de simbolización y representación. Piera Aulagnier parte de las teorías de Freud, Winnicott y Lacan y las expande con su teoría de la psicosis infantil, en la que identifica tres niveles de representación: el pictograma primigenio, la fantasía del proceso primario y la ideación del proceso secundario. El proceso primario se activa para simbolizar y representar el reconocimiento de la presencia y ausencia del cuerpo del otro. En esta función, entra en conflicto con el proceso primigenio (pictogramas creados por sí mismos para sí mismos), que sólo reconoce un espacio psíquico. La función de la fantasía del proceso primario es resolver este conflicto (2001, pp. 40-42). En su estudio de “ Agieren ”, Joyce McDougall (1980) señala que la traducción al inglés “ acting out ” refleja con precisión la doble dimensión de la noción de un orden económico: primero se pone algo fuera (de uno mismo o de la situación analítica) que debería haberse mantenido dentro y tratado psicológicamente; posteriormente, se agota o desaparece la tensión de manera que no queda nada del conflicto interno. Los afectos ansiosos o depresivos, que de otra manera podrían
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