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sobredeterminadas. Esta concepción multifacética de los procesos transferenciales intrapsíquicos e interpsíquicos de ambos participantes, los cuales operan desde “dentro de la transferencia”, puede mejorar la mentalización dedicada a “crear una mente psicoanalítica”, un prerrequisito del éxito de la técnica interpretativa. Las funciones yoicas contribuyen a las percepciones del yo corporal, su significado dinámico y sus representaciones mentales. Se pueden comprender las respuestas al trauma analizando los mecanismos del yo inconsciente que dominan el “proceso cero”, donde el trauma que surge específicamente de esos traumas está siempre “esperando que suceda”. Los conceptos psicológicos del yo ayudan a describir y delimitar las técnicas relacionadas con la reconstrucción de eventos patógenos (pasados y presentes) y promover procesos de internalización mediante la construcción de estructuras y representaciones psíquicas. Finalmente, los conceptos de la psicología del yo subrayan la experiencia psíquica individual en toda su complejidad. Asimismo, pueden ofrecer pautas matizadas para personalizar y afinar la evaluación dinámica y la intervención psicoanalíticamente orientada, es decir, para expandir y articular la interacción de todos los aspectos del proceso psíquico y la vida mental. En Europa , la psicología del yo puede definirse como una fase del psicoanálisis, como una escuela, y como una perspectiva analítica que toma varios caminos según la personalidad del psicoanalista que la utiliza y formula, muy influyente antes y después de la Segunda Guerra Mundial en las corrientes de pensamiento y prácticas psicoanalíticas europeas. En este contexto, al articular los intereses de los protagonistas de estas prácticas, se hace evidente que muchas facetas de la psicología del yo –con sus dimensiones teóricas y clínicas– todavía representan una corriente importante, aunque a menudo olvidada, del psicoanálisis. Desde este punto de vista, es cierto que los psicoanalistas orientan su trabajo –como solía decir Otto Fenichel– hacia el yo de sus pacientes, pero lo hacen de forma tan automática que a veces no logran integrar este trabajo en su teoría. En América Latina , la teoría de la psicología del yo contemporánea no está muy difundida; sin embargo, por contradictorio que parezca, es muy empleada en la práctica psicoanalítica cotidiana. La influencia de la psicología del yo se manifiesta en el hecho de: a. prestar atención inmediata y constante al flujo de palabras, secuencia de asociaciones, inflexión y tono de voz, así como otras expresiones afectivas para poder detectar los derivados instintivos que se encuentran de camino a la conciencia; b. hacer un seguimiento sensible de los obstáculos e interferencias del yo que consideran estas expresiones peligrosas, así como del superyó, que las juzgará inaceptables. Si bien la psicología del yo (norteamericana) no descarta las pulsiones y fantasías inconscientes, éstas apenas se aprecian en América Latina. En la práctica se entiende (en consonancia con la técnica clínica de la psicología del yo) que las señales sutiles y disfrazadas de la angustia son, de hecho, la punta del iceberg de los elementos del ello que han creado la necesidad de una defensa yoica. Se entiende que se necesita una alianza sólida de trabajo dentro del encuadre psicoanalítico clínico, que fomente la función
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