Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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estímulos fisiológicos del cuerpo y su representación psíquica en la mente, instaurando una presión que busca obtener gratificación mediante un objeto. Aunque la pulsión, tanto como concepto como parte de una teoría pulsional cada vez más compleja, atravesó varias reelaboraciones en el pensamiento freudiano entre 1892 y 1939, los nuevos significados no erradicaron necesariamente las definiciones anteriores. Por ejemplo, se mantuvo que se trata de una interacción entre dos fuerzas opuestas. Como sostuvo Freud (1920), el dualismo de su teoría pulsional reflejaba la naturaleza fundamentalmente conflictiva de la condición humana. Las formulaciones sucesivas de la teoría dual de las pulsiones de Freud reflejaron una clasificación evolutiva de pulsiones opuestas. Estas incluyeron: 1. Las pulsiones de autoconservación versus las pulsiones sexuales (1905- 1914). 2. Las pulsiones yoicas versus las pulsiones sexuales (1914-1920), basadas en la elaboración de la libido yoica versus la libido objetal. 3. Las pulsiones de vida o Eros (que incluyen tanto las pulsiones de autoconservación como las sexuales) versus la pulsión de muerte o Tánatos (1920-1939). En las dos primeras fases, la oposición se establecía entre una pulsión orientada a conservar el yo individual (mediante la regulación de necesidades básicas, como la nutrición) y una pulsión de placer sexual (al servicio de la preservación de la especie, incluso a expensas de poner en riesgo al individuo). En la fase precoz (1), los términos “sí mismo” ( self ) y “yo” a menudo se empleaban indistintamente, en contraposición a una visión ampliada de la pulsión sexual desarrollada en el marco de la sexualidad infantil. En una fase posterior (2), la oposición se definía por la catectización libidinal narcisista en el yo frente a la catectización anaclítica en los objetos. En la fase final (3), la oposición se concebía entre el esfuerzo del Eros por conservar y expandir la vida, y la pulsión de muerte, que se pensaba que ejercía una presión por ponerle fin. El Eros reunía realidades y elevaba el nivel total de energía psíquica, mientras que la pulsión de muerte disolvía los vínculos y ejercía presión para regresar a un estado inorgánico. Estas formulaciones dualistas también pueden considerarse como una serie de ampliaciones y elaboraciones conceptuales del dominio pulsional (Skelton, 2006; Mijolla, 2003/05; Akhtar, 2009; Auchincloss y Samberg, 2012). En este contexto, pueden identificarse tres “etapas” sucesivas en la teoría freudiana de las pulsiones: “una extensión del concepto de sexualidad”, la “hipótesis del narcisismo” y “[l]a afirmación del carácter regresivo de las pulsiones” (Freud 120, p. 59 [57]). Se pueden encontrar rastros de estas etapas en las principales obras de Freud: en primer lugar, en “Tres ensayos de teoría sexual” (1905d); más tarde, en “Introducción del narcisismo” (1914c) y en los ensayos sobre metapsicología de 1915: “Pulsiones y destinos de pulsión”, “La represión” y “Lo inconsciente”; y finalmente, en “Más allá del principio de placer” (1920). En la primera etapa, Freud descompuso la pulsión sexual en sus componentes

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