Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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vulnerable que se vincula con los padres, tan necesarios, gracias a pulsiones de conservación de la vida y de búsqueda objetal. Para Winnicott, el punto de partida lógico no es el infante (como unidad cerrada), sino la matriz madre-infante –puesto que el bebé no puede concebirse sin un “ambiente de sostenimiento”. Cuando todo va bien, la preocupación materna por el bebé y su capacidad de adaptarse a sus necesidades (lo que el niño da por sentado) hacen de la díada infante-madre una unidad . Esta perspectiva genera diferencias fundamentales entre Freud y Winnicott: mientras que, para Freud, la sexualidad se apoya en las necesidades básicas (anaclisis) y transforma el objeto de necesidad (el pecho) en objeto de deseo , para Winnicott es diferente. Winnicott piensa que el papel de la madre es evitar que las necesidades del bebé se conviertan demasiado pronto en deseos. De hecho, la madre actúa como una “mediadora” entre el mundo interno (con sus pulsiones y necesidades) y la realidad externa (que ella representa para el bebé) (Winnicott, 1967a, b). Esta función materna es especialmente importante para la regulación de las pulsiones, ya que, como enfatiza Winnicott, para el niño pequeño, las demandas pulsionales pueden ser inicialmente traumáticas y experimentadas como fuerzas ajenas o “cosas”, algo que viene de “afuera” (“como un trueno”), a menos que sean mediadas por una madre (“suficientemente buena”) y “sostenidas” dentro de una relación de cuidado (Winnicott, 1960). De esta manera, se establecen dos relaciones paralelas entre infante y madre: primero, existe una relación con el Ello, que comprende los deseos implacables del bebé, de carácter instintivo, ya sean de hambre o lujuria. El objeto de estos impulsos es la “ madre-objeto ”, una figura que posee las provisiones que desea el infante. Segundo, existe una relación yoica, que comprende la relación entre el yo “emergente” del niño (el individuo potencial en formación) y la madre cuidadora . Las necesidades del yo del niño son satisfechas por la “ madre ambiental ”. El infante es vulnerable y depende fundamentalmente del sostenimiento materno y de las respuestas sensibles a sus “gestos espontáneos”. En su papel de persona cuidadora, la madre ambiental no responde a las pulsiones del niño, sino que proporciona un ambiente en el que puede desarrollarse en su totalidad. Así, la madre-objeto es el contrapunto de las pulsiones, mientras que la madre ambiental es el contrapunto de las necesidades del yo (Winnicott, 1960). Dentro de esta relación de sostenimiento, relacionada con el yo, las pulsiones pueden gradualmente pasar a ser propiedad del niño. Parte de las pulsiones se convierten en “erotismo muscular”, el uso implacable del niño de todas sus capacidades (incluyendo aquellas que pueden parecer destructivas desde el exterior). Winnicott ofrece una nueva visión de la agresión. Ya no es un derivado de la “pulsión de muerte” (como en la perspectiva kleiniana), ni siquiera es necesariamente destructiva: es también, e incluso principalmente, una fuerza evolutiva. Puede ponerse al servicio de la creación, el dominio y la vida. Desde este punto de vista, atacar al objeto tiene un papel crucial en el nacimiento tanto del sujeto como del objeto. Si –y solo si– el objeto sobrevive los ataques implacables, los cuales pueden verse como derivados pulsionales, se constituye como un “objeto objetivo” (ya no es solo un “conjunto de proyecciones”, un “objeto subjetivo”). En este sentido, Winnicott sitúa al

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