Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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particular al pensamiento, me parece que tiene fundamentos empíricos muy sólidos y ha proporcionado un marco teórico convincente para entender una profunda dualidad que gobierna la vida psíquica. Las pulsiones de vida y de muerte pueden concebirse como fuerzas tendenciales poderosas y siempre presentes en la mente. En el núcleo de Freud, está su visión trágica de la humanidad: la lucha ineludible entre la vida y el odio a la vida, entre el pensamiento y el odio al pensamiento. Sugiero que el concepto de pulsión de muerte expresa esa visión trágica en su forma más madura.” (Bell, 2015, p. 423).

IV. DESARROLLOS EN AMÉRICA DEL NORTE

Las revisiones teóricas de Freud (1920, 1923, 1926) impulsaron una reformulación de las ideas sobre el inconsciente y las pulsiones, especialmente en América del Norte, donde muchos psicólogos del yo emigraron durante la década de 1930. Heinz Hartmann, Ernst Kris y Rudolph Loewenstein elaboraron más profundamente la agresión como una pulsión distintiva que opera de acuerdo con el principio del placer, en lugar de más allá de éste. Sus fines pueden incluir tanto la destrucción como el dominio, y se ha enfatizado su papel en la construcción de la estructura psíquica (Hartmann, Kris y Loewenstein, 1949). Para muchos de estos analistas norteamericanos, que escribieron durante los años cuarenta y cincuenta, se otorgó una importancia creciente a las experiencias con personas del entorno del niño, y a nuevas fuentes de contribuciones inconscientes en la actividad transferencial. Considerablemente influenciados por los trabajos que se estaban llevando a cabo en Budapest y Berlín, y más tarde por los analistas británicos de la British Middle School y por los primeros kleinianos , los contemporáneos de Hartmann continuaron el debate sobre las relaciones objetales dando mayor importancia a los aspectos conscientes e inconscientes de los períodos del desarrollo precoz. Edith Jacobson (1964) investigó los mundos del self [sí mismo] y los objetos, y Margaret Mahler (1963; Mahler et al., 1975) aportó formulaciones clásicas sobre el proceso de separación-individuación, que más tarde fueron revisadas por D. N. Stern (1985). Se prestó atención al impacto del período pre-edípico en el desarrollo posterior, así como a las formas en que se internalizan los controles externos, derivados en parte de las interacciones del niño con los padres. Jacobson (1964) realizó una contribución especial a la teoría de las pulsiones. Postuló que la energía instintiva indiferenciada se convierte en pulsiones libidinales y agresivas “bajo la influencia de estímulos externos” (1964, p. 13). La frustración y la gratificación, entendidas como huellas mnémicas de conflictos infantiles, organizan estas experiencias afectivas en el espectro personal de placer-displacer de cada individuo, con sus respecticos límites superiores e inferiores. Este nuevo modelo de la

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