Volver a la tabla de contenido
son necesarios para la formación del pensamiento” (1975, p. 14). En esta lectura de Winnicott, Green amplía la doble perspectiva lacaniana sobre el papel de la “ausencia” en la vida psíquica: que el lenguaje se basa en la capacidad de representar un objeto ausente y/o de abstraerse de su presencia concreta, poniendo como ejemplo la discriminación entre la plenitud fantasmática diádica de lo imaginario y la castración triádica de lo simbólico. Green (2007), finalmente, acuñó el término “objetalización” para referirse a la capacidad (“en una soledad poblada por el juego”) de generar una nueva categoría de objetos que invista con pulsiones elementos del mundo exterior y del espacio transicional de la cultura y las ideas. Green profundizó su apreciación de la ausencia en el núcleo de la estructura psíquica, y llegó a la noción del “trabajo de lo negativo” (1999) para describir las distintas formas que tiene el yo de defenderse contra la eventualidad. Estos son ejemplos de procesos psíquicos que difieren según la capacidad del sujeto de “ausentar” el objeto dentro de sí mismo, es decir, de simbolizar el objeto en lugar de necesitar su presencia o sustitución. Por tanto, lo que está en juego no es la incorporación del objeto sino la creación de una “ausencia” en el corazón del sí-mismo (Pontalis, 1988). A esto Green lo llama “vacío estructural”, parecido al espacio dentro de un jarrón. La función del objeto es, por tanto, paradójica: está allí para estimular y despertar la pulsión, pero, al mismo tiempo, tiene que contenerla. Un objeto que falta demasiado pronto o es demasiado intrusivo, provoca una situación de exceso intolerable. La crianza deficiente, en lugar de hacer tolerable la pulsión, la empeora aún más al exponer al bebé a una sobrecarga instintiva y pulsional: la excesiva “presencia” del objeto, en lugar de facilitar, impide, paradójicamente, el despliegue de la potencialidad representacional del bebé. La ambiciosa reformulación de los “fundamentos del psicoanálisis” de Laplanche (1989) plantea otra perspectiva sobre la relación entre el objeto y la pulsión. Laplanche, como Green, ha sido especialmente influyente entre los analistas de habla francesa de Quebec. Laplanche (1993, 1999) critica el carácter “ptolemaico” de la perspectiva freudiana que emplaza la psique individual en el centro de su destino. Para Laplanche la “situación antropológica” de la primera infancia está completamente descentralizada por la “prioridad” del otro, y esto se traduce en que el bebé es más bien “copernicano” en su revolución alrededor del adulto. Lacan señala que la drástica asimetría entre el adulto y el bebé tiene una gran repercusión para su estructura psíquica. Esto radica en el hecho de que el adulto es un ser sexual que habla y tiene un inconsciente, mientras que el bebé no es sexual ni capaz de hablar y no está tan dividido internamente todavía. El adulto apenas intuye el desencadenamiento de la sexualidad infantil inconsciente en la intimidad primaria del cuerpo del niño. Esta sexualidad inconsciente “contamina” los intercambios íntimos con el bebé en forma de “mensajes enigmáticos” que el bebé no tiene medios cognitivos, emocionales o corporales para decodificar. Tales mensajes enigmáticos de sexualidad inconsciente del adulto crean la pulsión y la fantasía inconsciente, y adoptan la forma de una “presión para la traducción” interna del bebé. Para Laplanche, esta sexualidad, de naturaleza enigmática, es la sexualidad infantil
656
Made with FlippingBook - Online magazine maker