Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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subjetiva del analista. Esta redefinición del papel del analista en la relación diádica crea una “intimidad de sujeto a sujeto más recíproca (aunque todavía asimétrica)” (Lichtenberg, Lachmann y Fosshage, 2016, pp. 86-87). La subjetividad de la intersubjetividad hace referencia a la conciencia que tiene el individuo de sus afectos, intenciones, objetivos, perspectivas y reflexiones sobre sí mismo. Además, como se destaca en la psicología del sí mismo y la teoría del apego, la intimidad entre sujetos se basa en la percepción del estado mental, la perspectiva y los esfuerzos del otro (la empatía [Kohut, 1971] y la mentalización [Fonagy, Gergely, Jurist y Target 2002]). Además de ayudar a explicar la percepción empática, la intersubjetividad del campo ayuda a explicar otros tres conceptos centrales de la psicología del sí mismo: un enfoque en los esfuerzos adaptativos, secuencias de interrupción-restauración y el ambiente que se desarrolla en el campo. En su vía principal de entrada en los desarrollos del campo analítico intersubjetivo, la psicología del sí mismo tiende a dar prioridad a las interferencias sobre los esfuerzos positivos de un paciente (lo que pasa delante, en la vanguardia), mientras que muchas otras teorías relacionales dan prioridad a la interpretación de los esfuerzos conflictivos desadaptativos (como un seguimiento, o retaguardia). El ambiente –el estado afectivo general, que es más que las subjetividades individuales de los miembros de cualquier díada íntima– que se forma en el campo intersubjetivo de un análisis en curso tiene un efecto profundo tanto en el analista como en el analizado y en el resultado del tratamiento. (Ver también las entradas SÍ MISMO (SELF), EL INCONSCIENTE, INTERSUBJETIVIDAD) El campo en la investigación infantil: Beatrice Beebe, Frank Lachmann, Daniel N. Stern y otros Las conceptualizaciones que surgen de la investigación psicoanalítica sobre el desarrollo (Beebe 2000; Beebe, Jaffe, Lachmann, Feldstein, Crown y Jasnow, 2000; Fonagy, Gergely, Jurist y Target, 2002; George, Kaplan y Main, 1985-1996; Harpaz- Rotem y Bergman, 2006; Steele, 2010; D. N. Stern, 1985; D. N. Stern et al., 1998; Tronick, 2002) se basaron, entre otros, en Spitz (1950), Bowlby (1958), Mahler, Pine y Bergman (1975), Ainsworth, Blehar, Waters y Wall (1978), Winnicott (1971) y varias teorías tempranas de regulación mutua (Bateson, 1972). Después de que Main y Goldwyn (1998) elaboraran su “Entrevista de Apego Adulto”, la tendencia viró hacia los estudios longitudinales y los procesos dinámicos que subyacen al comportamiento. La internalización, la representación y la regulación afectiva mutua (Tronick, 2002; Field, 1995) se infirieron a partir de la observación de las matrices interaccionales entre el bebé y el cuidador mediante la mirada, la expresión facial, el tacto y el ritmo y cadencia vocal de la pareja, junto con los relatos verbales (Beebe, Jaffe, Lachmann, Feldstein, Crown y Jasnow, 2000; Cohen y Beebe, 2002).

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