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Según Janine Puget (2017), el vínculo, entendido como lo vincular , define una relación entre dos o más sujetos que lleva a la aparición de prácticas específicas en la situación actual. Favorece los efectos de las interacciones en el espacio de dos personas, de actuar de forma inmanente con otro u otros. Es difícil o imposible “inscribir” los eventos que tienen lugar dentro del vínculo en la lógica que rige la dinámica de los procesos de identificación. Por tanto, además de los conflictos propios de cada individuo, uno debe tener en cuenta el producto de la superposición. En otras palabras, uno debe dejar espacio para la alteridad de cada uno de los sujetos que habitan la relación, una alteridad que no se puede reducir a la igualdad. La singularidad de cada participante pone en funcionamiento un análisis que parte de la diferencia. Siguiendo a Derrida (1967), la diferencia se entiende como différance , es decir, como presente diferido. Lo que emerge de la différance no puede simbolizarse, excede la representación y depende de la presentación. La presentación no se opone a la representación. Pertenece a la lógica de los efectos del presente, de una relación entre dos sujetos que no pierden su alteridad en el encuentro. VI. Af. La contribución de Pichon Riviere Enrique Pichon Riviere contribuyó a fundar la Asociación Psicoanalítica Argentina y fue muy influyente en la formación del desarrollo personal y la productividad intelectual de importantes pensadores como José Bleger, Willy y Madeleine Baranger, David Liberman, Heinrich Racker y Horacio Etchegoyen. Formó parte de la bohemia artística, literaria y periodística de la Argentina de principios de siglo XX, y a menudo lo identifican como el rostro psicosocial del psicoanálisis argentino. Pichon Riviere (1965/1971) defendió la conexión entre la psicología individual y la social. En su conceptualización de los vínculos destacó la importancia del grupo social en la constitución y preservación de la identidad personal, así como el importante papel de lo intrapsíquico –la fantasía inconsciente y la psicología personal– en la configuración de la cultura y el entorno social. Sostuvo que la psicología social debería verse como una psicología psicoanalítica, mientras que el psicoanálisis debería entenderse como una psicología social. Para este autor, el desarrollo de la personalidad y la identidad, el sí-mismo y el sentido del sí- mismo, estaba constituido por el mundo de la interacción (la experiencia interpersonal, intersubjetiva, relacional) más que (simplemente) por los excesos de pulsiones innatas. Asimismo, para Pichon, los aspectos inconscientes del vínculo dentro del paciente modifican el significado de todas las interacciones. Las ideas de Pichon fueron precursoras del campo analítico de los Barengers y de varios movimientos y teorías de la dimensión intersubjetiva del proceso analítico, así como de la buena influencia del analista en la contratransferencia, de una teoría
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