Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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de gran importancia en el mundo del inconsciente. Tiene, como corolario, un cierto tipo de objeto idealizado, ambos distintos del superyó. Baranger describió la rigidez de esta estructura del objeto y su difícil asimilación por el yo. Fue capaz de ofrecer algunas explicaciones sobre la génesis de estas estructuras al fijarse en la existencia previa de una situación simbiótica importante entre el yo y el objeto. Baranger se dio cuenta de que entender la tensión entre el yo empobrecido y el superyó hipertrofiado y sádico no era suficiente para efectuar el cambio. Solo si tomaba en cuenta la relación del sí-mismo con su objeto muerto-vivo y su objeto idealizado, ambos distintos del superyó, podía lograr un cambio. En los cuadros depresivos prolongados, el sujeto no puede llevar a cabo el proceso de duelo y permanece, de forma más o menos escondida, vinculado a un objeto que no puede volver a la vida, ni perecer por completo. La persona en un cuadro deprimido vive sometida a un objeto muerto- vivo. Solo a través del trabajo analítico este objeto puede manifestarse claramente, permitiéndonos estudiar su estructura y sus características. Algunos tipos de objetos muertos-vivos se parecen mucho a los objetos perseguidores: por un lado, nos encontramos con una serie de estructuras en que hay objetos moribundos que el sí-mismo debe preservar a cualquier precio y, por otro lado, se presentan objetos que causan una mezcla de ansiedad depresiva y ansiedad paranoica en el sí-mismo. Entre muchos de los objetos muertos-vivos que describe Barenger, la variedad más importante es el objeto moribundo de los cuadros depresivos. Aquí, el sujeto está “habitado” por un objeto interno “casi muerto”, que mantiene al sujeto esclavizado y lo obliga a una actividad de reparación estéril, que siempre permanece incompleta. Esta situación inconsciente determina las ansiedades depresivas relacionadas con los objetos externos, como la culpa, las inhibiciones y otras defensas que se encuentran en los cuadros depresivos. En estados de aflicción/duelo y depresión, reconoce la existencia de dos objetos diferentes, pero ambivalentes, que difieren en estructura y función. Ambos se alimentan del yo/sí-mismo, empobreciéndolo y llevándolo a adoptar una actitud masoquista. Un objeto muerto-vivo tiene la función de contener fantasías sádicas y deja que la ansiedad depresiva tome el control. El otro, el objeto idealizado, sirve de refugio para el yo/sí- mismo, que deposita una parte de su propio potencial y capacidad de reparación en el objeto idealizado para preservarlo del masoquismo y el peligro de muerte. El yo/sí- mismo, sintiéndose empobrecido y frágil, busca la seguridad de un objeto fuerte y vivo. Esto se observa a menudo en las manifestaciones transferenciales: el analista se convierte en el representante de ese objeto idealizado y el yo/sí-mismo del analizando participa de forma simbiótica de la vitalidad del analista. Esta simbiosis, no suficientemente estudiada hasta entonces, llevó a Barenger a la conclusión de que una de las bases de la aflicción/duelo patológico es una situación simbiótica previa al yo/sí-mismo con el objeto perdido. Al mismo tiempo, debe diferenciarse de su homólogo esquizoparanoide, que funciona esencialmente a partir de

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