Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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el sujeto. A partir de allí, Freud se pregunta por qué se repetía el trauma, algo que nunca fue fuente de placer para el sujeto. La pregunta vuelve a situar en el centro de la escena clínica las manifestaciones de la compulsión a la repetición. Lo que sigue es la formulación de la teoría dual de las pulsiones entre vida y muerte. En 1920, el instinto de muerte hace su aparición conceptual como fuerza motriz por excelencia, reubicando los fundamentos de la metapsicología. Freud, al intentar comprender el carácter repetitivo de la pulsión, señala el horror del encuentro con la fuerza destructiva (demoníaca) de la pulsión, que no puede ser contenida y que exige descarga absoluta. Se pregunta si ese horror corresponde a aquello que está más allá de lo reprimido. Paim Filho coincide con la propuesta freudiana de que la pulsión de muerte es primaria respecto de la pulsión de vida, pero propone una modificación: distinguir un componente destructivo vitalizante de otro componente tanático en dicha pulsión. Propone considerar la “destructividad” en su duplicidad: como destrucción tanática , que obstaculiza la construcción de nuevos significados (patologías de lo no- representable), y como destrucción vitalizante , que, junto con la destrucción de lo establecido, permite la creación de nuevas conexiones. Dado que la pulsión de muerte carece de cualidad –es solo una fuerza ciega que presiona hacia la descarga–, Paim Filho añade la dimensión de la angustia como otra forma importante de presentar su cualidad irrepresentable, desde la angustia señal (o angustia de peligro) hasta la angustia automática. La cualidad vitalizante o tanática será dada por el “color de la libido” de la pulsión sexual, que contiene y es contenida por el objeto. La libido, entonces, tiene “la tarea” de investir y desviar la fuerza original de la pulsión de muerte en sus diversas formas de repetición (en conjunción con angustias señal o automáticas). Al abordar el tema del silencio y su vínculo con la pulsión, teoriza que el silencio resulta de la ausencia de diferencias significativas entre las fuerzas pulsionales , lo que implica la muerte del deseo y/o la ausencia de su construcción. Esta ausencia contribuye a una homeostasis psíquica de bajo nivel, con escasa entropía psíquica. Buscando discriminar entre la pulsión de muerte y la pulsión de destrucción, Paim Filho observa que Freud las trata generalmente como sinónimas, pero solo menciona la pulsión de destrucción cuando la pulsión de muerte se vincula a la libido. Considera que el Freud tardío (1940 [1938], p. 149) llama pulsión de destrucción a la que se dirige hacia el exterior y deja de ser silenciosa. Desde esta base, Paim Filho propone la siguiente construcción: 1. El concepto de pulsión de muerte, cuando no está conectada (a la libido), remite al caos inefable de lo pulsional, como un concepto limítrofe entre lo somático y lo psíquico. En esta forma es silenciosa, no está sujeta a ningún principio organizador, es pura potencia dispersa. Al tener un carácter conservador, se dirige exclusivamente hacia la descarga. Su objeto es todo y a la vez nada: la silenciosa Diosa de la Muerte. 2. El concepto de pulsión de muerte, en forma de pulsión de destrucción, cuando tiene como finalidad romper las conexiones, apuntando a la descarga, genera murmullos y susurros ; revela la imposibilidad de la plena satisfacción del deseo, ya que su conexión es siempre parcial, dado que el objeto fuente de la libido es siempre incompleto. Si la pulsión de destrucción no es elaborada

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