Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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La “teoría del conflicto moderno” (MCT) (también denominada “teoría del conflicto” o “análisis clásico”) fue la rama más extendida de la “psicología del Yo” (Hartmann, 1939) en el psicoanálisis de América del Norte entre 1940 y 1980. La teoría del conflicto partió de la idea de que la capacidad de activar la transferencia residía única y exclusivamente en la mente del analizando. Este punto de vista contrasta con el enfoque de las teorías de “dos personas”, que sostienen que la transferencia – quizás “la relación” sería un nombre más apropiado para definir este enfoque – es un producto de novo y único en las interacciones de la díada analítica. Una variante de esta idea es que la transferencia se construye conjuntamente y, por tanto, la transferencia de un analizando determinado será diferente según quién sea su compañero analítico. Incluso el término “transferencia” puede resultar confuso, ya que algunos analistas de “dos personas” hablan de la transferencia, pero excluyen o minimizan la importancia de la repetición del pasado. Mientras que el enfoque de la psicología de “dos personas” entiende que la relación analítica se crea única o principalmente con elementos de la vida actual del paciente, la perspectiva MCT defiende la idea de Freud de que la relación analítica se verá muy influenciada por la transferencia debido a la repetición, por parte del paciente, de sus relaciones pasadas. Para los analistas de “dos personas” no se transfiere nada de gran importancia y, por tanto, quizás sería mejor hablar de relación analítica más que de transferencia. VI. C. Teoría moderna del conflicto Los descendientes de la psicología norteamericana del Yo (ver entrada correspondiente al CONFLICTO), entienden la actividad transferencial, con su carácter repetitivo e interactivo dentro de la díada de la transferencia/contratransferencia, como una manifestación persistente de la fantasía inconsciente omnipresente, que puede abarcar formaciones de compromiso adaptativas o no adaptativas y síntomas neuróticos subyacentes, pero también provocar resultados creativos. Las nociones clínicas de “transferencias ocultas” y “ciclos de transferencia” (ver más adelante) son ejemplos de la complejidad de esta escuela. Abend (1993) amplió la concepción de la omnipresencia de la fantasía inconsciente a través de sus manifestaciones y pudo identificar la sutil idiosincrasia de las transferencias “ocultas” en la situación psicoanalítica. “Mi propia experiencia clínica,” escribió, “me ha llevado a prestar cada vez más atención a las formas idiosincrásicas, a veces bastante sutiles, que tienen los pacientes de interpretar la situación analítica conforme sus propias necesidades emocionales. Éstas a menudo constituyen experiencias de satisfacción continua de la transferencia y pueden ser muy difíciles de detectar por parte del analista, y aún más difícil para paciente rendirse ante ellas. Hay algunos tipos de deseo de transferencia que no están tan sujetos a la decepción y frustración por los límites de la situación analítica como lo están otras, es decir, el deseo de ser tomado en serio por un oyente atento. Esto plantea un problema técnico que requiere un mayor estudio. Creo que es conveniente identificar caso por caso estas transferencias ocultas, de forma individual, sin emplear ninguna fórmula potencialmente restrictiva derivada del enfoque preferido por el analista…” (Abend,

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