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al crecimiento” (1965). En esta publicación, Bion introduce el concepto meta-teórico “O”, para representar tanto el principio como, potencialmente, el punto final de los procesos transformadores multidireccionales. Este concepto abarca el “temor sin nombre”, “elementos beta”, “cosas en sí mismas”, y también la “realidad última”, la “reverencia” y el “asombro” (Bion, 1965; Grotstein, 2011a, p. 506). Puesto que el continente-contenido forma parte del sistema hipotético- deductivo de Bion, es importante contextualizar la teoría del pensamiento y del pensar (Bion, 1962a, 1962b, 1963, 1965, 1970). De acuerdo con esta teoría, los “pensamientos” y el “aparato de pensar” tienen un origen distinto, puesto que los “pensamientos” existen independientemente del aparato de pensar: los “pensamientos”, de hecho, no son generados por el aparato de pensar. En ambos casos, la relación continente-contenido es seminal y podría ser entendida como el embrión de la vida mental. Según esta teoría, la relación continente-contenido es el paso inicial en la génesis de un “pensamiento”. Para que el contenido psíquico (emoción, percepción sensorial) consiga una calidad mental (representación, pensamiento), debe existir un recipiente capaz de contenerlo. El objeto prototípico de esta función (el “continente”, con el signo ♀) es el pecho de la madre, un preconcepto innato que espera de ser realizado. Los estímulos sensoriales y emocionales (los “contenidos”) agrupados en este “continente” se transforman en un “contenido” (con el signo ♂ ), creando así la relación continente-contenido, o el momento inicial del desarrollo de un pensamiento por parte del pensante. La relación continente-contenido (♀- ♂ ), por lo tanto, permite la ocurrencia de una experiencia emocional, que se caracterizará según el vínculo que la califica: L (amor), H (odio) o K (conocimiento, pensamiento). Cuando esta experiencia emocional consigue llamar la atención de la conciencia, se puede transformar en un elemento alfa: la mónada de la vida mental, a través de la operación que lleva a cabo la función alfa. La aparición de “pensamientos” obliga a crear un aparato que los organice. Para ello se reúnen dos mecanismos fundacionales: el continente-contenido (♂♀) y la interacción dinámica entre las posiciones esquizoparanoide y depresiva (EP-D). Esto ocurre mediante una inversión de los símbolos (♂-♀ y no ♀-♂) o, en otras palabras, a través de una identificación proyectiva. El modelo continente-contenido también se ocupa del desarrollo del pensamiento como factor de crecimiento positivo (+K) o negativo (–K). En lo que refiere al crecimiento mental, en esta interacción ♂ y ♀ son dependientes recíprocos que se benefician mutuamente sin hacerse daño, lo que Bion llamaría en 1962 un vínculo comensal. Según este modelo, la madre y el niño se benefician de un crecimiento mental (López-Corvo, 2002). El niño introyecta esta actividad dentro de la díada, de tal manera que emplaza la interacción ♂/♀ continente/contenido en su interior. Esta interacción, a su vez, facilita el desarrollo de una función que fomentará
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