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la complejidad y creatividad de la personalidad a la hora de abordar cuestiones mentales que surgirán con el tiempo. Bion utiliza el “retículo integrativo” de Elliott Jaques (1960) para formular un modelo en que “los huecos son mangas y los hilos que forman las mallas del retículo son emociones” (Bion, 1962, p. 91). El retículo también recibe “contenidos” ♂ de crecimiento, mediante un proceso que incluye un cierto grado de tolerancia a lo desconocido (las mangas todavía se están formando y están esperando los contenidos). Por otra parte, el aprendizaje también depende de la capacidad del ♀ de no desintegrarse mientras se expande su grado de elasticidad, como un útero que se dilata para ajustarse al crecimiento del feto (Sandler, 2009). Al revisar este concepto, en “Atención e interpretación” (1970), Bion deja de lado la formulación anterior (Bion, 1962) sobre los vínculos entre continente y contenido (amor, odio y conocimiento) y propone un nuevo enfoque que destaca la interacción entre el continente y el contenido. Caracteriza tres tipos de vínculos: los comensales, los simbióticos y los parasitarios. Por comensal entiende una relación en que dos objetos comparten un tercero en beneficio de los tres. Un ejemplo serían los elementos básicos de la cultura a la que pertenecen continente y contenido. Por simbiótico entiende una relación en que uno depende del otro en beneficio mutuo. Este tipo de relación se da cuando uno utiliza la identificación proyectiva para comunicarse y el continente la transforma en un nuevo significado para ambos. Por parasitaria entiende una relación en que uno depende del otro para producir un tercero que es destructivo para los tres. En tal caso, la identificación proyectiva es explosiva y destructiva para el continente. El continente también es destructivo para el contenido. El continente despoja al contenido de su naturaleza penetrante, y el contenido despoja al continente de su naturaleza receptiva (Bion, 1970, p. 95). Este vínculo destructivo lleva al fracaso del continente/contenido: desde el punto de vista evolutivo, cuando el bebé es propenso a la agresividad o envidia, o cuando tiene poca tolerancia a la ansiedad y al miedo al enfrentarse a una experiencia frustrante, hay veces en que la madre no puede estimular el crecimiento, incluso si su función continente es normal. Las correspondencias y las acciones que devuelve la madre no son suficientes para aliviar la ansiedad y el miedo del bebé, por lo que es difícil introyectarle su función de continente e identificarla como parte de sí mismo. Por el contrario, incluso si las propensiones del bebé son normales, cuando la función contenedora de la madre es insuficiente, la madre no puede entender a su bebé ni comprender la experiencia de su ansiedad proyectada. En tal situación, el bebé no logra integrar lo que le devuelve la madre, encuentra que su significado es confuso y, por lo tanto, no puede aceptarlo como su propia experiencia significativa. De esta manera, junto con +K, que fomenta el crecimiento, existe –K, que implica una relación simbiótica o parasitaria entre el signo contenido ♂ y el signo continente ♀, que serían otras formas de lidiar con la situación emocional, contrarias
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