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IV. D. EL PROCESO CLÍNICO Y LA ASOCIACIÓN LIBRE IV. Da. Factores que limitan la asociación libre
En la práctica, la naturaleza contradictoria de la asociación libre hace imposible su cumplimiento total, pero su mayor o menor logro depende de fatores que limitan su uso y otros que lo facilitan. En cuanto a los factores limitantes, básicamente se pueden identificar dos: la patología global del paciente y la organización de la personalidad, y, de forma más específica, un superyó severo e hipocrítico. A continuación, se describen factores concretos: a) Factores debidos a la patología del paciente. No cabe duda de que la asociación libre y la psicopatología guardan una relación inversamente proporcional: a mayor patología, menor capacidad de asociación. Por tanto, si percibimos la asociación libre desde esta perspectiva, su desarrollo dentro del proceso psicoanalítico dependerá de la resolución de la patología que la obstaculiza. En consecuencia, la asociación libre podría considerarse uno de los indicadores de la progresión del proceso analítico o, dicho de otro modo, de la libertad interna del paciente. Es especialmente relevante en Europa y Norteamérica la descripción de Otto Kernberg (2015a) sobre distorsiones en el proceso de asociación libre, características de pacientes con trastornos narcisistas de la personalidad, comúnmente encontradas en las fases temprana y media del tratamiento analítico. Catalina Bronstein (2004) señala que uno de los factores limitantes del proceso asociativo es la existencia de un superyó severo y crítico . Basa sus ideas principalmente en Bion, quien considera que el deseo de conocimiento es elemental y necesario para la salud mental, una forma de relación de objeto, un vínculo: “Este vínculo en K posibilita un proceso habilitado y fomentado por objetos internalizados amorosos y permisivos que pueden soportar la frustración y el dolor psíquico y contribuir a la modificación de sentimientos hostiles que se despiertan durante el proceso de aprendizaje. Esto conduce a asociaciones libres que promueven la expansión del pensamiento, la duda, la curiosidad y el conocimiento.” (Bronstein 2004, p. 487). Este concepto de K, observa la autora, “parece reunir dos procesos: una capacidad para asociar y una para entrar en contacto con las asociaciones producidas” (p. 487f.), una idea que corresponde a “la noción freudiana de que el pensamiento se sitúa entre el impulso y la acción” (p. 488). Pero, siguiendo a Bion, Bronstein añade que existe una tendencia opuesta (-K, la inversión del aprendizaje) “relacionada con un tipo particular de superyó conformado por un objeto internalizado superior y envidioso que afirma su superioridad…”. Si esta tendencia domina el mundo interno, el proceso asociativo se equipara inconscientemente a la acción y no hay cabida para el pensamiento. La autora presenta un paciente cuyas asociaciones servían funciones distintas del pensar: “[…] para estos pacientes la ‘libertad’ del pensamiento significa sentir el riesgo de no poder controlar su ‘super’ yo [denominación de Bion: un yo superior] y, por tanto, quedar a su merced.” Bronstein concluye: “El objetivo del análisis es que el analista trate de comprender por qué un paciente no puede asociar de forma más libre. Esto es lo que
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