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(Busch, 2013) –junto con los estados afectivos no modulados– en pensamientos. El cambio es del lenguaje de la acción al lenguaje de la comunicación (consciente e inconsciente). Aunque los métodos empleados para contener estados más primitivos (tanto en el paciente como en el analista) son más frecuentes (y difíciles) con patologías severas del carácter, también se emplean en el trabajo analítico con pacientes neuróticos. En este caso, Busch continúa y desarrolla aún más el trabajo de Loewald (1975) sobre “la acción del lenguaje dentro del campo de fuerza de la transferencia” (ibid., p. 293), contribuyendo a los re-enactments . Este enfoque también coincide con la idea de André Green (2000), puesto que recoge tanto el papel de la contención como el de construir representaciones: “Al construir un espacio analítico en el que la asociación libre y la escucha psicoanalítica son posibles, el analista puede expresar y vincular ideas previamente catastróficas, bastante desconocidas a la conciencia del paciente, para ayudar al paciente a crear sentido y obtener alivio de terrores previamente dominantes pero desconocidos” (ibid., p. 429). En su publicación reciente, “The Analyst’s Reveries” [Las ensoñaciones del analista], Busch (2019) deconstruye, “desmitifica” y explora la utilidad clínica de la ensoñación (=contenedora) del analista (esa imagen sensorial-afectiva transformadora, seguida de un vínculo asociativo a un recuerdo/idea) y explora su relación con algunos conceptos más tradicionales como la contratransferencia, la asociación libre, la atención flotante distribuida uniformemente y la posterior autorreflexión. Coincide especialmente con Bion, da Rocha Barros y Cassorla al afirmar que la ensoñación puede implementarse de forma útil cuando la identificación proyectiva puede diferenciarse de las entradas contratransferenciales del propio analista. Por lo tanto, la naturaleza co- construida de las ensoñaciones sólo se vuelve aparente a través de las asociaciones del analista y una consciencia creciente de un enactment contratransferencial. De ello se deduce que sólo a través de las asociaciones libres del analista el analizado será capaz de contener lo que es el principio de un enactment . Así entendida, la capacidad del analista de contener sus experiencias internas y su capacidad de ensoñación pueden llevar a incrementar la eficacia psíquica de todo el análisis. Michael J. Diamond (2014) también introduce la noción de contención entre los prerrequisitos del enfoque general del analista, cuando afirma que el analista tiene que “1. Permitir la regresión en el funcionamiento del yo ; 2. Tomar su mente como un objeto , incluyendo su manifestación en el “tercero analítico”; 3. Contener la experiencia interna , incluyendo la resistencia a la incertidumbre y la tolerancia a los estados afectivos intensos; y, 4. Emplear funciones del yo más desarrolladas para la autorreflexión y la elaboración” (ibid., p. 548, énfasis M. J. D.). Dentro del marco freudiano contemporáneo, Eva Papiasvili (2019) describe un “proceso asociativo e interpretativo similar al ensueño que funciona libremente” y tiene lugar “en la díada terapeuta-paciente cuando… dos inconscientes se comunican entre sí en lo que puede parecer un proceso continuo que funciona como un sueño” (Papiasvili 2019, p. 246). Este enfoque clínico inclusivo, que sintetiza a Freud, Green y Winnicott con el modelo de contención de Bion y los hallazgos sobre una
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