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amae , al mismo tiempo que reflexionan sobre la dependencia pre-adaptada del niño hacia sus padres, muy relevante clínicamente para entender la matriz intersubjetiva de la transferencia-contratransferencia dentro del proceso psicoanalítico.
V. OTRAS PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO PSICOANALÍTICO
Desde una perspectiva dinámica del desarrollo, es importante destacar que Doi (1971) entiende que amae se origina en la relación del bebé con su madre, no cuando es un recién nacido, sino cuando se da cuenta de que la madre existe de forma independiente y entiende que es una fuente indispensable de satisfacción. Esto sugiere que amae surge en una fase del desarrollo en que la diferenciación del yo, como por ejemplo la cognición, el juicio y la identificación ya ocupan un lugar en la psique y ya existe la constancia del objeto. Esto implica que la fase de separación-individuación de Mahler ya ha empezado, después de que la fase simbiótica y la subfase de entrenamiento hayan sido superadas con éxito. La madre existe como un ser separado, y el niño ya ha internalizado su indulgencia benigna. Si es así, esto significa que también está emergiendo la estructura psíquica del superyó. Las prácticas de crianza japonesas parecen defender este punto de vista. Disponer de una atención maternal abundante, con una capacidad de reacción no verbal, empática y física, así como una cercanía emocional aseguran la superación de la fase simbiótica y el paso a la fase de separación-individuación del desarrollo del niño. En los últimos años, los avances en investigación infantil (Stern, 1985) y psicología del sí mismo defienden esta práctica parental para promover el crecimiento que conduce a obtener un sentido de seguridad del sí mismo. En el resumen esquemático del desarrollo de Gertrude y Rubin Blank (1994), podemos ver que amae surge en el proceso de neutralización de la pulsión agresiva y sirve para realizar el proceso de separación-individuación. Con un buen entrenamiento del uso adecuado del baño y la capacidad de controlar las funciones fisiológicas y las expresiones individuales de asertividad fálica, se irá moderando la pulsión agresiva y desarrollando el superyó. Por otro lado, Reischauer (1977) observa que, a diferencia de este escenario típico occidental, el entrenamiento para ir al baño y la disciplina conductual de los niños japoneses se lleva a cabo con una atención constante y cuidadosa, a través de ejemplos y recordatorios. Estos métodos promueven la identificación del niño con sus cuidadores, moderan la pulsión agresiva y sirven para que el niño renuncie a sus necesidades individuales en beneficio de una adaptación a las expectativas externas, llegando a la formación del superyó, pero por un camino distinto. No obstante, no es fácil tener que adaptarse a las reglas y roles externos, así como a unas exigencias de armonía y obediencia cada vez más complejas y restrictivas. Todo ello causa un estrés considerable en la psique, aún frágil, del individuo. La
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