'Anuario 2022' de Informe Cotec

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Cuando la pandemia irrumpió en nuestras vidas, en marzo de 2020, nuestro trabajo cambió de golpe. Los hogares se convirtieron en oficinas improvisadas y en el salón de casa, además de comer, ver la tele o hacer los deberes con los niños, nos tuvimos que adaptar como pudimos al teletrabajo. Fue entonces cuando las reuniones virtuales sustituyeron a las presenciales.

Las videollamadas nos permitieron hablar con compañeros, proveedores y clientes, una situación extraña para quienes nunca habían accedido a estas herramientas que generó una forma nueva de desigualdad. Lo mismo ocurrió con las negociaciones laborales: de repente, se cerraron tratos comerciales, transacciones y contratos a través de una pantalla, mientras los interlocutores se relacionaban a distancia, con una cámara y un micrófono como testigos… Nos adaptamos y así hemos continuado, pero ¿es lo mismo comunicarse por videoconferencia que mantener reuniones de negocio en persona?, ¿estamos todos igual de preparados para esta nueva realidad? Un experimento desarrollado en aquellas fechas por el Laboratorio de Economía del Comportamiento (LEC) de Cotec responde a esta pregunta y demuestra que negociar por vídeo conlleva menos acuerdos y de calidad inferior que cuando se realiza cara a cara. «Es una comunicación menos eficaz, funciona peor», resume el catedrático de Matemática Aplicada en la Universidad Carlos III de Madrid, Anxo Sánchez. El objetivo de la prueba era analizar cómo influyen los nuevos entornos virtuales en los procesos de negociación laboral, ya que el uso de estas aplicaciones (Zoom, Teams, Meet, Skype…) se ha intensificado a raíz de la covid-19. El experimento se realizó en dos fases —en junio y octubre de 2020— y participaron 158 voluntarios de ambos sexos, emparejados de forma aleatoria en los roles de empleador y empleado. Un total de 40 parejas negociaron en persona y 39 lo hicieron

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