'Anuario 2022' de Informe Cotec

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Hoy día muchos entramos a nuestro banco a través de una aplicación digital, concertamos una cita con el médico usando la tarjeta sanitaria virtual o enviamos la declaración de la renta con un simple clic en el móvil. Muchos, cada vez más, pero no todos. Las ventajas que conlleva esta transformación radical para el grueso de los ciudadanos son evidentes, pero algunos colectivos se quedan en el camino. Ocurre, por ejemplo, con un buen número de personas mayores. Pese a sus esfuerzos por aprender a utilizar la tecnología, en demasiadas ocasiones se ven desbordados por las dificultades y arrojan la toalla. La necesidad de recordar un sinfín de contraseñas, claves y códigos o de tomar ciertas medidas de seguridad para acceder con garantías al mundo digital hace que, para muchos mayores, el simple hecho de enfrentarse a una pantalla sea una frustrante pesadilla. El uso de las contraseñas, por ejemplo, se basa en la presunción, no siempre cierta, de que quienes las utilizan son sus verdaderos titulares. Los métodos de identificación son vulnerables, incapaces de establecer un vínculo real y trazable con la persona que, supuestamente, las maneja. Garantizar el derecho a la identidad digital puede ser un factor clave para reducir la brecha digital de los mayores. La propia Comisión Europea (CE) ya trabaja en el desarrollo de la Identidad Digital Europea, una especie de wallet que garantiza que el ciudadano que lo posee es el único propietario de su identidad digital. Esta iniciativa de la CE está en línea con lo que sostiene la Carta de los Derechos Digitales de España,

que establece que debe certificarse por todos los medios el derecho a la gestión de la propia identidad, para que nadie pueda controlarla, manipularla o suplantarla. Para conseguir estos objetivos, es imprescindible recurrir a las tecnologías biométricas, basadas en la identificación de los rasgos físicos de los individuos (huellas dactilares, reconocimiento facial, exámenes de retina, por ejemplo). Pero ¿es posible adaptar su uso a las necesidades específicas de las personas con mayores dificultades de acceso? Esta es la cuestión central en torno a la cual pivota el proyecto El impacto de la brecha digital en las personas mayores , seleccionado por Cotec en el programa PIA 2022 para combatir la desigualdad a través de la innovación.

Biometría como solución

El objetivo de esta investigación es elaborar un documento técnico para la adaptación del Wallet Europeo de Identidad Digital a colectivos en riesgo de exclusión digital. Para eliminar estas barreras de acceso, el estudio aboga por incorporar e integrar la biometría con distintas tecnologías ya en uso, como los asistentes virtuales o los sistemas de pago por móvil. Una vez redactada esta hoja de ruta, se entregará al Ministerio de Asuntos Económicos y Trasformación Digital, al Banco de España y a los principales bancos que operan en nuestro país. La Fundación Instituto Hermes, dedicada a identificar, difundir y defender los derechos de ciudadanía digital, coordina este trabajo, el primero que plantea

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