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Muchas personas identifican el sector público como algo antiguo, reacio a la innovación, que trabaja con métodos de otros tiempos ☃ . ¿Están en lo cierto?
Hay algo de realidad, aunque no se debe generalizar. Algunas administraciones públicas son muy ágiles e innovadoras, pero otras siguen ancladas en el pasado, con sus archivos en papel, las fotocopias del DNI, las citas eternas, ese lenguaje incomprensible… Están a años luz de la realidad de la ciudadanía para la que trabajan. Es un tema complejo. La innovación, en general, es un valor poco tangible que requiere de una fuerte inversión inicial y cuyos resultados tardan en llegar. Es decir, el beneficio de esa apuesta por la modernización y por la transformación no es inmediato. Cuesta ver sus frutos y cuando llegan los suelen recoger otros, porque los que impulsaron ese proyecto muchas veces ya se han ido. Deberíamos tener altura de miras para pensar a medio plazo y olvidarnos de circular siempre con las luces cortas. Hay administraciones que se dejan la piel en innovar, con profesionales que están haciendo un trabajo espectacular en esa línea. El problema es que en demasiadas ocasiones estamos volcados en el día a día y cuesta encontrar el tiempo necesario para rediseñar y repensar los procesos. No es una cuestión de desinterés, lo que pasa es que la gestión diaria es muy exigente y es complicado dar con ese reequilibrio para explotar lo que hacemos y para explorar lo que hay que hacer. La oferta de formación está ahí. Pero al final depende de la voluntad del empleado público. Si solo nos formamos en tecnologías innovadoras quienes estamos interesados en ellas, tampoco estamos resolviendo el problema. Tenemos que cambiar la cultura organizativa de las administraciones, esa es la prioridad. Si vamos simplemente a sustituir el papel por el ordenador haciendo lo mismo, el procedimiento sí será electrónico, pero los problemas seguirán ahí. Lo primero que debemos hacer es replantearnos los procesos. Más que aprender, lo que tenemos que hacer es desaprender ciertas cosas y cambiar la manera de pensar. Y luego exprimir mejor todas las opciones que nos da la tecnología, que en general está infrautilizada en la Administración.
¿A qué se debe esa diferencia?
¿Hemos avanzado algo o seguimos igual?
¿Cree que el sector público dota a sus empleados de la formación suficiente para poder desarrollar bien su trabajo ☕ ?
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