Los sindicatos ante los retos tecnológicos
sustituidos, mientras que los que realizan tareas abstractas o de servicios tienen menos probabilidades de serlo. Peng et al. también concluyen que las tecnologías de la información pueden conllevar tanto una mejora de las competencias ( upski- lling ) como la pérdida de competencias ( deskilling ) para los trabajadores y trabajadoras. Mientras que un aumento en la adopción de tecnologías de la información requiere un nivel más alto de competencias analíticas y menos competencias cognitivo-rutinarias y competencias no rutinarias manuales, estos autores concluyeron que las habilidades rutinarias no solo no ayudan sino que de hecho dificultan encontrar un nuevo empleo. Mientras tanto, una mayor demanda de trabajos abstractos activa la demanda de trabajadores altamente cua- lificados, y la informatización de tareas rutinarias reduce la demanda de trabajadores de cualificación media, generando una polarización de habilidades bastante sistemática entre trabajadores individuales. Estas conclusiones son desarrolladas en el estudio de Nedelkoska y Quintini (2018) sobre los riesgos de la auto- matización y su interacción con la formación y el uso de habilidades en el trabajo. Este estudio, que es bastante exhaustivo, destaca por varias razones, pero principalmente porque perfecciona la valoración experta de Frey y Osborne y proporciona resultados sólidos que explican el papel del Aprendizaje Automático de forma más precisa. Más importante aún, examina un total de 32 países. Concluyen que, en esos 32 países, casi la mitad de los empleos podrían verse sig- nificativamente afectados por la automatización, por las tareas que implican. Sin embargo, el nivel de riesgo varía. Alrededor de un 14% de empleos en los países de la OCDE son altamente automatizables. Otro 32% tienen un riesgo de entre el 50% y 70%, lo cual indica que, como consecuen- cia de la automatización, hay una posibilidad de que tengan lugar cambios importantes en la manera en que esos trabajos se realizan, lo cual cambiaría drásticamente las habilidades requeridas para desempeñarlos. Crucialmente, Nedelkoska y Quintini (2018) concluyen que la varianza en la automatización entre países es grande. Mientras que un tercio de los trabajos en Eslovaquia son altamente automatizables, solo el 6% de los trabajos en Noruega lo son. En general, los empleos en países anglo- sajones y nórdicos, así como en los Países Bajos son menos automatizables que en los países de Europa del Este, el Sur de Europa, Alemania, Chile y Japón. Como las tenden- cias del sindicalismo, los impactos del cambio tecnológico
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