E stamos rodeados de historias de éxito. De gran- des ideas gestadas en cocheras, de empresas mi- llonarias que empezaron con pocos dólares en el bolsillo, de personas que arriesgaron todo por perseguir sus sueños. La figura del emprendedor como superhé- roe, que contra todo consigue sus objetivos, es un dis- curso común cada vez más arraigado en nuestra comu- nidad que nos lleva muchas veces a idealizar su viaje. En muchos casos, esta fantasía hace que la reali- dad nos golpee con más fuerza.
Familiarizarnos con la realidad es un ejercicio ne- cesario para estar mejor preparados para recorrer el camino del entrepreneurship . Esta realidad está plagada de caídas, errores, obstáculos y retos, pero también de sonrisas, ale- grías y logros. Para conocer mejor la realidad que nos rodea como emprendedores, les comparto al- gunos de los aprendizajes y experiencias que he obtenido durante mi propio viaje como emprende- dora y académica.
IDEA VERSUS EVIDENCIA: la primera vez que emprendí, sentí que tenía la mejor idea del mundo, podía sentir el éxito en mis manos. Con los años reconocí que esto no solo me ocurría a mí, la mayoría de los emprendedores experimentan esta sensación de tener la gran idea . Puede que algunos verdaderamente la tengan, pero ese no fue mi caso. Esta sensación nos lleva a generar expectativas irreales de nuestros negocios, a crear escenarios ficticios y, en muchos casos, a perder el foco más importante: el cliente o el usuario. Una buena idea nunca será exitosa si no tiene un mercado que esté dispuesto a pagar por ella. 1
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FALTA DE PREPARACIÓN EMOCIONAL : los emprendedores nos preparamos para la gran aper- tura, el abastecimiento de productos, reserva de fondos
FALTA DE DESPRENDIMIENTO: este es sin duda el error que me ha pasado la mayor factura.
para gastos inesperados, manejo de crisis, pero pocas veces tomamos en cuenta nuestra preparación emocional, tanto para el éxito como para el fracaso. No preparamos nuestras emociones para experimentar el dolor de un fracaso, o bien, la excitación abrumadora que conlleva el éxi- to temprano y de grandes dimensiones. Esta falta de preparación detona las malas decisiones. Por ejemplo, un emprendedor que empieza a ver crecer sus ventas puede cegarse por la emoción y no prever que sus ventas pueden caer por un cambio de temporada o el lanzamiento de un nuevo producto de la competencia. De igual manera, nuestras emociones pueden abrumarnos cuando nos enfrentamos a una situación adversa natural del negocio, como un conflicto con un cliente que lo llevamos al terreno personal.
¿Cómo separamos el negocio de nosotros mismos? ¿Cómo nos quitamos el traje de emprendedor cuando ponemos en el centro de nuestras vidas al negocio? Es impor- tante no vincular demasiado nuestra vida personal con el negocio. Si bien pueden ir de la mano, hay que aprender a separar las expectativas y los problemas correspon- dientes al negocio de la persona. El fracaso de un negocio no debe definir quiénes somos como personas o nuestras ca- pacidades. Un gran error es juzgarnos basados en el resultado de nuestros negocios, cuando son una faceta más de lo mucho que somos.
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