• El porcentaje de ocupación de las plazas ofertadas con matriculados de nuevo ingreso por preinscripción ha ido oscilando alrededor del 90% en la última década (90,8% en 2022-2023). La tasa de preferencia (demanda por plaza) ha sufrido un incremento pronunciado postpandemia, desde 2020-2021 (más de dos demandas por plaza).
• Por subámbitos, se ocuparon todas las plazas en informática, psicología, veterinaria, deportes, enfermería y medicina, y prácticamente todas (menos del 5% de plazas vacantes) en matemáticas y estadística, derecho y formación de docentes de enseñanza primaria. En el otro extremo, turismo y hostelería tuvo la menor tasa de ocupación, apenas un 55%, seguido más apreciados por los ocupadores, de ahí sus buenos resultados de inserción laboral. En cambio, en ámbitos como deportes o criminología se están incrementando las plazas ofertadas, siguiendo las preferencias de los potenciales alumnos, pero tal vez estas no sean tan necesarias desde el punto de vista del mercado laboral. Un caso aparte es el de salud, ciencias o informática, campos en los que se aúnan el creciente interés del alumnado y su relevancia económica y social, por lo que sería sumamente recomendable aumentar la oferta educativa de manera más decidida de lo que ha ocurrido en estos últimos años. Reducir los desajustes anteriores implica actuar en dos direcciones. Por un lado, mejorar la información al estudiantado y orientarlo en la modelación de sus preferencias, así como establecer como prioridad para el desarrollo de la oferta de estudios las necesidades del país, de tal manera que aumente de manera suficiente en los ámbitos adecuados. Por otro lado, realizar estudios más específicos por titulaciones, niveles universitarios y regiones, acorde con su estructura productiva,
de sector primario (73%). Con una tasa de ocupación inferior a la del SUE se encuentran también lenguas y arquitectura (ambas con un 81%) e ingenierías (86%). • Las mayores tasas de preferencia se dan en medicina (algo más de 13 demandas por plaza), veterinaria (8,5), enfermería (4,6), psicología y deportes (ambas alrededor de 3,3). Matemáticas y estadística tiene una tasa de 2,7
demandas por plaza. En ciencias de la vida y ciencias físicas, químicas y geológicas, está en el entorno de 2 y en informática es de 1,8. En el extremo opuesto, hay menos de una demanda por plaza en turismo y hostelería y en sector primario, y menos de 1,2 por plaza en lenguas, ingenierías y humanidades.
Conclusiones
De la revisión de los datos sobre demanda y oferta que se presentan en este apartado, se evidencian dos tipos de desajustes: 1) entre lo que ofrece el SUE y lo que demandan los estudiantes, y 2) entre lo que ofrece el SUE y lo que necesita el sistema productivo. Respecto al primero, si bien las universidades suelen diseñar su oferta educativa atendiendo a la demanda de los alumnos, se identifican ciertos desequilibrios en determinados campos. Por ejemplo, se observa una baja ocupación de las plazas ofertadas para programas de estudios como turismo, donde el número de matriculados de nuevo ingreso por preinscripción es muy reducido. Asimismo, en áreas como salud, ciencias e informática se ha incrementado el número de plazas, pero no son suficientes para colmar completamente las demandas de los estudiantes. En cuanto al segundo desajuste, las cifras indican que las necesidades presentes y futuras del sistema productivo del país parecen no estar teniéndose en cuenta a la hora de diseñar la oferta del SUE. Por ejemplo, en las ingenierías ha habido una reducción de las plazas ofertadas dada la débil preferencia de los estudiantes por ellas, cuando es uno de los ámbitos de estudio
para determinar la apropiada dimensión y estructura de la oferta.
inalterado. Estas universidades privadas se han especializado en el nivel de máster, donde su número de estudiantes por titulación es superior al de las públicas, tanto para universidades presenciales como no presenciales. La mayor flexibilidad de las universidades privadas para ofrecer estudios en modalidad híbrida u online , incluso en el caso de las presenciales, estaría jugando un papel decisivo en ese nivel universitario, caracterizado por estudiantes mayores y con más necesidades de compatibilizar los estudios con otras esferas de su vida. Así, la mayor capacidad de adaptación de las universidades privadas junto con una tecnología educativa actualizada ofrece a este perfil de estudiantes la oportunidad de obtener una educación de calidad sin tener que sacrificar otras actividades de su día a día. Finalmente, se observa que las universidades privadas se especializan en los campos más solicitados por los estudiantes en términos de demanda: educación, salud y administración y gestión de empresas. También se observa un incremento significativo (mayor que el de las públicas), de las titulaciones en campos en los que cada vez hay más demanda de estudiantes (especialmente informática y matemáticas).
En el caso de las universidades públicas, el diseño de su oferta está limitado por la insuficiente autonomía académica de la que disponen. Según el Autonomy Scorecard de la European University Association (EUA) de 2023, España ocupa la posición 19 de 35 sistemas universitarios analizados en el contexto europeo. Por ejemplo, para crear titulaciones y recibir la correspondiente financiación pública, las universidades deben pasar por un lento proceso de acreditación con proveedores fijados por la administración pública. La insuficiente autonomía académica genera una menor flexibilidad y adaptabilidad en la oferta educativa, lo que crea cierta rigidez en los estudios ofrecidos y, consecuentemente, impide una respuesta rápida a las preferencias de los estudiantes, a las necesidades de los ocupadores y a los cambios que se producen en el entorno. Por último, cabe destacar que en los últimos 25 años el número de universidades privadas se ha casi triplicado, mientras que el de universidades públicas ha permanecido
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