Por muchos años, la planeación urbana en México siguió el modelo moderno de planeación de la ciudad, el cual se instrumentó mediante la zonificación euclidiana. Su nombre proviene de Euclides, un suburbio en Cleveland, Estados Unidos, a cuyo gobierno la Suprema Corte de Justicia norteamericana le permitió, en 1926, controlar tanto el uso como el potencial del suelo urbano a partir de ciertas categorías y regulaciones. Esto con el propósito de limitar el conflicto entre diversas actividades. 1 A partir de ahí se gestó la separación estricta del suelo por zonas con usos exclusivos (vivienda, industria, comercio y servicios) como principal política de regulación urbana (Stokham, 1974). Si bien la política que surgió en Euclides se diseñó con el propósito de mejorar la calidad de vida de las personas en las ciudades estadounidenses, en muchos casos ter- minó por facilitar la territorialización 2 de la exclusión y la segregación. Una de las mayores críticas a este modelo es que se limita la capacidad de compra de vivienda para los grupos de población con menores ingresos, ya que las viviendas multifamiliares requieren de lotes de mayor tamaño y mayor densidad, condición limitada por las estrictas regulaciones y que en gran parte de los casos ha conducido a la expansión urbana (en inglés, este fenómeno se denomina sprawl ) y a la creación de barrios excluidos con poca accesibilidad en transporte público (Schulze, s/f) y desconectados de la infraestructura peatonal y ciclista.
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