LA ECONOMÍA INTANGIBLE EN ESPAÑA
Introducción
La denominada Cuarta Revolución Industrial impulsada por las tecnologías digitales, físicas y biológicas, junto con el proceso de globalización económica, han puesto en el cen- tro de atención los recursos sobre los que descansa y de los que depende cada vez más el progreso de las naciones. A los recursos clásicos en forma de trabajo y capital físico se le unieron a lo largo de la historia el capital tecnológico, el capital humano y el capital social. Todos han contribuido a explicar el avance continuado de la renta per cápita de los diferentes países. En los últimos años hemos presenciado la contribución creciente de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) a la producción de bienes y servicios, así como la necesidad de complementar estas inversiones con otras que permitan extraer todo su potencial. Las incipientes aplicaciones de la inteligencia artificial en la robótica abren nuevos campos para la transformación de la actividad económica que obligarán a invertir mucho más en digitalización, I+D, capital humano, organización empresarial, conocimiento del mercado y adaptación a las necesidades sociales. En efecto, la digitalización es una necesidad más que evidente para el buen funcionamiento de las empresas, las administraciones públicas y la ciudadanía en el comienzo del tercer decenio del presente siglo. La inversión de un país en I+D genera nuevo conocimiento no solo para ampliar el potencial de la tecnología sino también para poder aprovechar los avances continuos que se producen en el ámbito internacional en los campos de la ciencia, la tecnología y la innovación. Sin unas infraestructuras básicas modernas y una plantilla competente y estable de investigadores no se puede aspirar a participar de los beneficios crecientes de la I+D. También el capital humano genérico ha sido destacado desde hace muchos años como un recurso renovable de crecimiento, pero solo más recientemente lo ha sido su adaptación a las necesidades específicas de las empresas o de las administraciones, pasando a considerarse una mejora duradera que no agota su impacto en un único ejercicio, sino que se extiende más
allá del año en el que se realiza el gasto. Los gastos en diseño y otros nuevos productos o en la propiedad intelec- tual también forman parte del patrimonio de las empresas o instituciones del que se extraen retornos económicos a lo largo del tiempo. Finalmente, un mejor conocimiento del mercado por parte de las empresas, y de las empresas por parte del mercado a través de su imagen de marca también constituyen un activo económico del que pueden derivarse rendimientos económicos. Todos estos ejemplos de activos reciben el calificativo de intangibles porque no siempre tienen una materialización real, o tangible. Desde hace algunos años, bajo la denomi- nación de intangibles se reúne una colección de activos que no solo forman parte de la riqueza de un país, sino que en los países más avanzados ya superan a los activos tangibles (AT) tradicionales como pueden ser la maquinaria, las infraestructuras, o el equipamiento. A diferencia de los recursos no renovables, los intangibles pueden crecer de forma ilimitada siempre que se invierta a mayor ritmo del que se deprecian, lo que los hace ser considerados recur- sos sostenibles. En 2017 la Fundación Cotec y el Ivie presentaban por primera vez en España un informe conjunto sobre la eco- nomía intangible en España y sus comunidades autónomas (Mas et al . 2017). En él se analizaba la evolución durante el periodo 1995-2014 y su distribución sectorial. La detallada base de datos que acompañaba el informe permitía extraer conclusiones sobre la importancia creciente de la inver- sión en activos intangibles (AI) en el comportamiento de la economía. El presente informe actualiza la información nacional y re- gional sobre inversión intangible a 2016 la primera, y 2015 la segunda. En líneas generales confirma buena parte de los resultados del anterior, aunque advierte de la brecha cre- ciente de España con los países de su entorno que avanzan mucho más rápidamente en el desarrollo de la sociedad del conocimiento. La extensión del periodo de análisis permite incluir la respuesta en los años de recuperación,
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