del conjunto de trabajadores que ocupa el puesto (y no de las características del puesto en sí) tiende a arrojar resultados más favorables a España, debido a la abundancia relativa de titulados superiores. Otro indicador, elaborado por Eurostat y utilizado recien- temente por la Comisión Europea, que nos puede ayudar a describir la importancia del trabajo de alto valor añadido en una economía, es el que proporcionamos en la figura 3.20 , en la que se observa el porcentaje que supone sobre la población activa la aplicación de recursos humanos en ciencia y tecno- logía ( hrst en sus siglas inglesas). Se considera a un traba- jador como perteneciente a este colectivo si está empleado en ocupaciones relacionadas con la ciencia y la tecnología y tiene una titulación superior. Los resultados de este indica-
dor son bastante favorables en el caso español, ya que se sitúa ligeramente por encima de la media europea e inclu- so algo por encima del valor correspondiente a Alemania. Sin embargo, la definición de ocupaciones «relacionadas con la ciencia y la tecnología» es a nuestro juicio demasiado amplia y, además, los valores españoles se encuentran con- dicionados por la elevada pro-
La destrucción de empleo incidió fuertemente sobre los puestos de trabajo que exigen menor cualificación y, a partir de 2014, ha ido creciendo la probabilidad de que los puestos de tra- bajo de reciente creación pertenezcan a actividades definidas como «intensivas en conocimiento».
porción de trabajadores con titulación superior, por lo que re- sulta aconsejable tomar las conclusiones que se desprenden de este indicador con cierta cautela. Asimismo, para conocer el impacto de los trabajadores españoles sobre la ciencia y la tecnología, debería complementarse la información de este indicador, con información correspondiente a la productividad de los trabajadores. El desajuste entre las competencias de los trabajadores y el tipo de tareas que estos realizan ha sido objeto de mucha atención en las últimas décadas. Esta atención se ha focaliza- do, mayoritariamente, en lo que se ha denominado «sobreedu- cación», asumiéndose al utilizar este concepto que la respon- sabilidad del desajuste recae esencialmente sobre el sistema educativo, que supuestamente produciría una cantidad excesiva de graduados. En este discurso, que se ha repetido frecuente- mente aplicado al caso español, no se tiene en cuenta que parte de la explicación de los desajustes recae sobre las dificultades del sistema productivo para utilizar las competencias, especial- mente durante periodos de bajo crecimiento económico. Tam- poco se tiene en cuenta que una reducción de las competen- cias, orientada a mitigar la «sobreeducación», puede suponer una restricción al crecimiento durante las fases expansivas del
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