se crearán en ese mismo periodo de tiempo dos millones de nuevos empleos. De su lado, McKinsey 93 mantiene que cerca del 50% de las actuales actividades laborales son susceptibles de automatización y que seis de cada diez ocupaciones tienen ya en el presente más del 30% de actividades que pueden ser automatizadas; más aún: en 2030, el número de horas de trabajo que podrán ser automatizadas podrá alcanzar el 30% del total mundial. Finalmente, la OCDE 94 aporta una visión más optimista, cifrando en un 9% el total de los puestos con alto riesgo de automatización en el conjunto de los países de esta organización. Por lo que se refiere a España, el informe anterior destaca los siguientes datos: el 12% de los puestos de trabajo tienen un riesgo de automatización alto, pero el 38% de los puestos de trabajo tienen un riesgo de automatización media, con lo que nuestra mediana de riesgo de automatización se sitúa en el 35% de los actuales puestos de trabajo . El riesgo más alto de automatización se localiza en relación con los trabajadores que tienen el nivel de cualificación más bajo (un 56% de esos puestos de trabajo están en riesgo de automatización) y respecto de los trabajadores con rentas más bajas (el 25% de los puestos de trabajo en riesgo de automatización corresponden a trabajadores con el percentil más bajo de rentas y el 29% a trabajadores con el segundo percentil más bajo). Lo anterior nos pone sobre la pista de algunas de las tendencias producidas por el avance de la tecnología que tendrán que integrarse en la acción sindical. La primera es, efectivamente, el riesgo de pérdida de empleo para algunos sectores de la población trabajadora y el riesgo, a su vez, de aparición de comportamientos luditas(algunos de los episodios contra conductores y/o vehículos de Uber o Cabify tienen, sin duda, este sesgo). La segunda es la necesidad de recualificación de grandes capas de la población para que no pierdan la carrera frente a la tecnología. La tercera la necesidad de proveer de rentas 95 a las personas que, pese a todo, pierdan su empleo. Y la última, pero no menos importante, el diferente impacto que tiene la tecnología sobre el empleo de la población trabajadora, en función de su cualificación y sus rentas, y por ello, la creación de una estructura bipolar con fuertes desigualdades en el mercado de
Sindicalismo y revolución tecnológica - Luz Rodríguez - Doctora en Derecho, Profesora de Derecho del Trabajo UCLM. Los 100 de COTEC. Texto publicado originalmente el 28/02/2018 en InfoLibre. Incorporado con el permiso de la autora. El joven sindicalista de la Confederación Europea de Sindicatos Thiébaut Weber ha recurrido a la imagen del dios Jano para ilustrar cómo debe actuar el sindicalismo frente a la revolución tecnológica. En la mitología romana, Jano es el dios de los comienzos y los finales y tiene el don de discernir el pasado y el futuro. Por eso se le representa con dos caras o bifronte y ha prestado su nombre al mes de enero, que transita entre un año que termina y otro que empieza su curso. Pues bien, creo que la imagen y sobre todo el mensaje que Weber transmite mediante ella es totalmente acertado. De partida, el sindicalismo deberá encarar el futuro marcado por los avances tecnológicos y su aplicación al proceso productivo y los modelos de negocio, pero no podrá dejar de lado la atención a problemas más clásicos como el desempleo, la precariedad o la desigualdad, que no sólo no han desaparecido del mundo del trabajo, sino que pueden intensificarse en la era de la robótica, la inteligencia artificial y la digitalización. El sindicato tendrá, así, que combinar una acción sindical más clásica, con otra de vanguardia que dé respuesta a los desafíos del cambio tecnológico. Mirar al pasado y mirar al futuro, como Jano; y hacerlo en un contexto nada fácil, marcado por la globalización y un cierto desencanto social en relación con el sentido y la función de la actuación sindical. Probablemente lo primero que tendrá que afrontar el sindicalismo en la era digital es el miedo de la población trabajadora a perder sus empleos por el avance de las máquinas. La suma de la robótica, la digitalización y la inteligencia artificial puede, según todos los indicios, provocar cuantiosas pérdidas de puestos de trabajo. El Foro Económico Mundial nos habla de 5,1 millones de empleos netos 92 que desaparecerán entre 2015 y 2020, dado que, aunque la caída de puestos de trabajo alcanzará los 7,1 millones,
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