CAPÍTULO 2 ICYD 2023

Microcredenciales universitarias: dale forma a tu futuro

Jaume Blasco. Gabinete del Ministro de Universidades

comprender y seguir el ritmo del cambio tecnológico, económico y social y, por lo tanto, para ejercer plenamente los derechos sociales y de ciudadanía. Las microcredenciales pueden servir a este propósito desde perspectivas diversas (desde la educación digital y tecnológica a la formación en ciencias sociales y humanidades), desde las que avanzar hacia una ciudadanía más formada y crítica en el marco de una sociedad, y no solamente una economía, del conocimiento. Asimismo, las microcredenciales pueden contribuir a ampliar y democratizar el acceso a la educación superior: pueden significar una primera oportunidad para estudiar en la universidad para muchas personas adultas, así como funcionar como un trampolín educativo para construir un itinerario formativo personalizado, incluyendo la opción de acceder a estudios de grado o máster. Finalmente, las microcredenciales pueden ser utilizadas como instrumento de inclusión si se diseñan específicamente para determinados grupos de población vulnerable. La necesidad de recualificación de la población adulta derivada del cambio tecnológico y la transición hacia una economía del conocimiento es un fenómeno global. Sin embargo, el reto es especialmente acuciante en España, puesto que la población adulta ocupa posiciones bajas en competencias y habilidades respecto a la UE y la OCDE, incluyendo la comprensión lectora, la habilidad matemática, el conocimiento de idiomas, las competencias digitales o las competencias blandas. Al mismo tiempo, el uso de la educación a lo largo de la vida en España es comparativamente bajo respecto a estos mismos países: un 43,4% de la población de 25 a 64 años participa en al menos una acción formativa al año ( Adult Education Survey , 2016), por debajo del promedio de la UE-27 y lejos del objetivo fijado en el Plan de Acción del Pilar de Derechos Sociales de la UE, fijado en el 60% para 2030. Por lo tanto, las personas adultas españolas, pese a tener mayores necesidades, se forman menos que sus homólogas europeas. Asimismo, la formación a lo largo de la vida ocupa una posición periférica en las universidades públicas españolas, puesto que menos de un 5% de estudiantes de grado y menos del 20% de los de máster de las universidades públicas presenciales tiene más de 30 años. La rigidez de formatos y tiempos de los grados, posgrados y doctorados casa mal con el tipo de necesidades formativas y de adaptación a perfiles diversos que requieren las personas adultas con trayectoria profesional y que deben conciliar la formación con sus responsabilidades laborales y familiares. Así, las microcredenciales suponen una oportunidad de poner al servicio de la formación a lo largo de la vida y

Las microcredenciales son un nuevo tipo de credencial educativa que ha emergido con fuerza en el panorama internacional, particularmente adecuada para la formación a lo largo de la vida. La Comisión Europea, en su reciente «Recomendación para un enfoque europeo sobre microcredenciales para el aprendizaje permanente y la empleabilidad» 1 define las microcredenciales como «el registro de los resultados de aprendizaje que un alumno ha adquirido tras un pequeño volumen de formación». Se trata, por lo tanto, de credenciales derivadas de formaciones breves; focalizadas en la adquisición de conocimientos, habilidades o competencias específicos; de formato flexible y adaptable a las diversas necesidades y limitaciones de disponibilidad del alumnado adulto, incluyendo el uso de la modalidad virtual o semivirtual, y con una estructura modular por la que cada formación puede tener sentido de forma independiente, y al mismo tiempo, acumularse y combinarse en credenciales más amplias, como grados o másteres, en el marco de un itinerario formativo personalizado. El creciente interés que están suscitando las microcredenciales se debe fundamentalmente a su potencial para reducir la brecha entre las capacidades disponibles en la población activa y las que se requieren para el empleo, en un momento en el que el desarrollo tecnológico y la transición digital y verde están transformando las actividades económicas y los puestos de trabajo. Así, mientras que la amenaza de automatización se cierne sobre muchos empleos, y los conocimientos, habilidades y competencias de los trabajadores corren el riesgo de quedar obsoletos mucho antes de la jubilación, se están generando también nuevas oportunidades de buenos empleos que demandan nuevas habilidades todavía escasas en la población activa, de cuyo aprovechamiento dependerá la capacidad de recuperación, innovación y competitividad de la economía española. En este sentido, las microcredenciales son un instrumento de recualificación de interés tanto para los trabajadores como para sus empleadores (empresas, administraciones y entidades sociales), así como para las propias universidades, que tienen una oportunidad para renovar y reforzar su función social cuando su población objetivo tradicional, las personas de 18 a 24 años, está declinando por efecto del cambio demográfico. Las microcredenciales son instrumentos para afrontar una amplia gama de retos más allá del impulso de la empleabilidad. En primer lugar, pueden contribuir a prevenir que una parte de la población encuentre dificultades para

la recualificación profesional a una «capacidad instalada» privilegiada, en infraestructura, presencia territorial y capital humano especializado: 84 universidades, 1.067 facultades o escuelas, y centros o unidades en 168 municipios. Más allá de las necesidades y oportunidades descritas, el desarrollo de las microcredenciales universitarias es una prioridad política bien establecida. La Comisión Europea lleva años situando la formación a lo largo de la vida en su agenda e identificándola como un factor clave para la recuperación económica y los buenos empleos, como lo demuestran el Principio 1 del Pilar de Derechos Sociales europeo (2017), la Agenda Europea de Capacidades (2020), la Recomendación para un enfoque europeo sobre las microcredenciales para el aprendizaje permanente y la empleabilidad (2022), o, más recientemente, la designación del año 2023 como «Año europeo de las capacidades». En España, la Ley Orgánica 2/2023 del Sistema Universitario (LOSU) ha incorporado y reforzado la función de las universidades como instituciones para todas las edades: consagra la formación a lo largo de la vida como una función básica de la universidad; prevé que las personas sin titulación universitaria habilitante puedan acceder a las titulaciones de formación a lo largo de la vida; establece que las administraciones deben fomentar programas de becas y ayudas para la formación a lo largo de la vida, y dispone que la financiación por objetivos de las universidades por parte de las comunidades autónomas pueda incluir objetivos estratégicos relativos a la formación a lo largo de la vida. Dos años antes, el Decreto 822/2021 ya había establecido que las universidades pueden impartir microcredenciales con un alto grado de autonomía y flexibilidad: cada formación, de un máximo de 15 ECTS, debe tener como responsable a un profesor o profesora de la universidad que la imparte, pudiendo el resto del equipo docente estar constituido por profesorado de otras universidades, profesionales, personal de organizaciones sociales, empresas o entidades o miembros de administraciones públicas; los propios órganos de gobierno de cada universidad deben regular las condiciones de impartición, las plazas disponibles, el plan de estudios, la participación de profesorado propio y externo y los precios; y no se requiere, necesariamente, de titulación universitaria previa para poder cursar microcredenciales. Desde entonces, diversas universidades ya han empezado a diseñar e implementar su propia oferta de microcredenciales: a menudo como continuación de su oferta previa de títulos propios de corta duración y, en otras ocasiones, como

1. https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-9237-2022-INIT/ en/pdf

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