respectivamente, en ingeniería, industria y construcción? Y, en el caso de los campos, a nivel de grado, ¿es coherente tener más de 9.000 titulados en psicología, casi 4.000 de deporte y 2.500 de criminología cada curso, frente a los apenas 1.500-1.700 de física o de matemáticas? Del planteamiento de las cuestiones anteriores se desprende la necesidad de realizar un análisis pormenorizado, con una visión de presente pero también con perspectivas de futuro de las tendencias económicas, los avances tecnológicos y los cambios socioculturales que puedan afectar la demanda de profesionales en diferentes sectores, para así poder direccionar la formación
académica de los graduados hacia áreas estratégicas. En un mundo en constante cambio, la adopción de un enfoque prospectivo que garantice la pertinencia y relevancia de la formación académica es esencial. Actuar de esta manera no solo beneficiará a la sociedad, sino que también mejorará las perspectivas de inserción laboral de los graduados universitarios, situándolos en una posición ventajosa para encontrar empleo en áreas de alta demanda y con potencial de crecimiento. Finalmente, es relevante destacar que cerca del 60% de los alumnos de grado requieren un periodo de tiempo superior al
previsto en el plan de estudios para titularse. Esta tasa tan alta implica una ineficiencia notable en términos de inversión de tiempo y recursos, tanto para los usuarios del sistema educativo como para la sociedad en su conjunto. Resulta imperativo llevar a cabo un análisis exhaustivo de las causas subyacentes a este fenómeno y establecer medidas para abordarlo. Por ejemplo, si este retraso se origina debido a la necesidad de conciliar los estudios con empleo para costear los gastos educativos, podría ser necesario aumentar las ayudas económicas al alumnado, en forma de becas y préstamos.
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