Aprendió que aún hay manos que cuidan y miradas que no lastiman. En el camino, hizo algo aún más poderoso: nos sanó a no- sotros. Amara llegó justo cuando estábamos aprendiendo a vivir sin Nala y Chicky. Y lo hizo con esa luz silenciosa que solo los animales heri- dos, pero agradecidos, saben dar. Hoy, queremos dar gracias: A las fundaciones y rescatistas que salvan vidas y ofrecen segundas —y hasta terceras—oportunidades. Al Dr. Brenes, que con profesionalismo y compasión, le salvó la vida cuando su pronóstico era incierto. A quienes creen en la adopción como un acto de amor pro- fundo, capaz de transformar la vida del animal… y también la nuestra. Amara sigue en recuperación. Ahora vamos a construir una vida juntas A doptar es creer en nuevas
oportunidades . S anar también es amar . D ra . M oreno
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